Caserío rico en bienes etnográficos, de los que destacan entre otros, la cantera situada en las inmediaciones del llamado Puente del Molino, de la que salieron cantos, losas y baldosas que se llevaron en veleros hasta Cuba y Santo Domingo. En El Hornillo trabajaron labrantes que pulían la piedra de la cantera, tan buenos como los de Arucas: Maestro Pancho Matías, Maestro Bernardo Ojeda y Maestro Marcial Herrera. La Piedra de esta cantera también se empleó en la construcción del Monasterio del Cister, tal y como señala Vicente Hernández Jiménez en Apuntes terorenses (1990).
Junto con ésta, es necesario señalar al ya citado Puente del Molino, obra de ingeniería que permitió salvar el desnivel que imponía el Barranco de Teror – intransitable tanto para personas y animales durante buena parte del año – realizada entre los años 1823 y 1828, gracias a la prestación personal de los vecinos de Teror, y especialmente al dinero aportado por la Mayordomía del Pino, tal y como señala Vicente Suárez Grimón en su artículo titulado “El Puente del Molino” en el Programa de las Fiestas del Pino (1991).
“Hay en este lugar una fuente agria, dicen es muy sana, y hace muy buenos efectos”.
Descripción de Teror por el obispo Cámara y Murga (1629).