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Quema del Barco y el Castillo

La tradicional Quema del Barco y El Castillo se remonta a principios de la década de 1930, promovida por el gremio de carpinteros de Teror, en especial de Maestro Manuel Rodríguez, conocido como Maestro Manuel “Fatigas”,  que patrocinaban el programa de la fiesta de San José y La Cruz y encargaban a la afamada familia de pirotécnicos de los Dávila la confección de estos fuegos artificiales sobre estructuras de madera realizadas por los carpinteros.
 
Puede que la tradición de estos fuegos artesanales se importara en los años 30 de la Fiesta de la Naval en las Palmas de GC, donde existieron también los fuegos del Barco y el Castillo. Sin embargo, la tradición ha perdurado en Teror, tierra sin costa donde muchos habitantes se refugiaron en tiempos de invasiones de piratas, huyendo hacia el interior de la isla.
 
Hasta la década de 1990 los espectaculares fuegos se realizaban por iniciativa de la familia de fueguistas de los Dávila, y desde entonces se han mantenido con el apoyo del Ayuntamiento de Teror. 

SOBRE LA FAMILIA DE FUEGUISTAS DE LOS DÁVILA
La familia de fueguistas de los Dávila se remonta al siglo XIX, manteniendo la tradición de generación en generación hasta la actualidad. El pionero de la saga de los fueguistas de El Palmar fue Juan Dávila, hombre de Guanchía, que confeccionaba los fuegos en una cueva. Como anécdota se cuenta que para unas fiestas preparó una pieza de tal tamaño que el día de la quema no fue posible sacarla fuera. Juan Dávila era un gran tocador de timple.

Heredaron el oficio de fueguistas sus hijos Maestro Pancho, que confeccionaba los fuegos en Los Portales, y Pedro Dávila, el viejo, del Estanco en el barrio de Huertas del Palmar, con su taller en El Cuevón de la Cueva Vieja. Pedro fue un afamado pirotécnico de la isla y de  Tenerife, donde quemó fuegos en algunas fiestas de la Cruz. Heredó la tradición familiar su hijo Pedro Dávila Rodríguez, que quemaba fuegos en La Aldea y Mogán, en tiempos en los que no había carreteras y se desplazaba desde Teror caminando por la Cumbre con las piezas a cuestas. Pedro fue siempre un hombre fuerte que superó el trauma de un grave accidente en 1961, donde falleció uno de sus nietos y resultó también herido su hijo  Benjamín.

La familia de los Dávila confeccionaba en Huertas del Palmar voladores que estallaban en todas las Fiestas, en especial a la salida de la procesión del Santo o Patrona. También hacían fuegos de antología, como eran los de las Fiestas del Pino, y fuegos más locales, como los de la Fiesta de la Cruz, como son el espectáculo del Barco y el Castillo.
 
Su hijo Benjamín Dávila y sus nietos Benjamín (Mico) y Alexis se han encargado de mantener la saga de fueguistas de Teror y en especial de mantener el espectáculo pirotécnico del Barco y el Castillo que requiere una preparación de más de tres meses de trabajo totalmente artesanal y que durante años se mantuvo gracias al empeño de la familia de los Dávila y en los últimos años con el apoyo económico del Ayuntamiento de Teror.

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