Escritos del Alcalde

San Vicente Ferrer, la Fiesta del reencuentro

Por Juan de Dios Ramos, Alcalde de Teror
Pregón de la Fiesta de San Vicente Ferrer, Patrono de Valleseco
Estimado Sr. Alcalde y miembros de la Corporación Municipal, Sr. Párroco, vecinos y vecinas de Valleseco, convecinos de Teror y ciudadanos aquí presentes que un año más se suman a la celebración de las fiestas patronales en honor a San Vicente Ferrer. Muy buenas noches.

Me siento muy feliz y agraciado de estar hoy aquí con ustedes pregonando unas fiestas que llevo muy en el corazón, que desde pequeño han formado parte de mis recuerdos y del repertorio de anécdotas que se han cruzado a lo largo de mi vida.

Espero que este pregón honre como se merece a San Vicente Ferrer y a todas aquellas personas que comparten en estos días la ilusión, la tradición, y sobre todo, el encuentro entre familias, entre amigos, entre vecinos y conocidos, olvidando los enfrentamientos que ocasiona con frecuencia el frenético ritmo de vida que llevamos actualmente.

Es para mí un gran honor, como terorense, estar en este momento pregonando la Fiesta principal del pueblo hermano de Valleseco. Un lugar con el que los vecinos de Teror nos sentimos muy unidos, no sólo por la cercanía y los lazos históricos, sino porque llevamos dentro algo de estas tierras y de sus gentes.

Por eso, me gustaría que este pregón fuera sobre todo un mensaje cargado de concordia y fraternidad, que se remonta a la historia común que compartimos durante siglos, y que mantiene aún estrechos vínculos de unión en sus tradiciones y entre sus habitantes.

Reconozco que soy una persona afortunada por estar aquí esta noche. Pero al mismo tiempo, siento una gran responsabilidad al ser el primer Alcalde de Teror que pregona la Fiesta de Valleseco.

Por ello, me gustaría que mis palabras llegaran a ustedes con el mismo ímpetu que las siento; que fueran la expresión del cariño y respeto que siempre he sentido por Valleseco y su gente; y sobre todo, que esta ocasión nos ayude a eliminar ciertos tópicos entre Valleseco y Teror que se han arrastrado desde su segregación en 1842.

Hace ya 14 años, en 1992, estuve por primera vez en este mismo Salón de Plenos, cuando aún llevaba pocos meses como Alcalde de Teror. Fue para conmemorar el 150 aniversario de la separación de Valleseco y Teror, invitado por el entonces Alcalde de Valleseco, Don Nicolás Sánchez Grimón. Un acto que recordamos todos con especial afecto, principalmente por el significado sentimental que tuvo para los ciudadanos de ambos municipios y que posteriormente ratificaríamos en el año 2001 con el hermanamiento oficial siendo Alcalde el compañero Juan Salvador León.

Igual que entonces, este Ayuntamiento me ha abierto hoy sus puertas para sentirme como en casa, con la gentileza y la cordialidad que siempre ha caracterizado a los vallesequenses, gente de tierra adentro con un profundo sentimiento de religiosidad, sacrificio y entrega.

De alguna manera, este pregón es un acto de reconocimiento a los lazos de unión entre Valleseco y Teror, justo en el 260 aniversario de la llegada de la imagen de San Vicente Ferrer a la parroquia de Valleseco, traída desde la parroquia de Teror en 1746.

Un hecho histórico que marcó los inicios de la andadura de Valleseco como municipio, perfilando sus diferencias y necesidades con respecto al municipio de Teror y creando su propia identidad.

La Fiesta en honor a San Vicente Ferrer es sin duda un motivo para reencontrarnos los vecinos de Valleseco y de Teror. Una fecha marcada en el calendario anual de los terorenses con igual importancia que cualquier celebración relevante de nuestro municipio. Prueba de ello, es que el día de San Vicente es casi festivo en Teror, porque sus habitantes se desplazan hasta aquí para celebrarlo comiendo los huevos.

La devoción a San Vicente está presente en la historia de los vallesequenses y los terorenses desde la llegada de la imagen a principios del siglo XVIII.

Aunque es un misterio como llegó San Vicente a Teror, sí sabemos que desde 1736 hasta 1746 permaneció en la Iglesia de Teror compartiendo morada con Ntra. Sra. del Pino, y el 30 de mayo de este año fue trasladada a la Ermita recién construida en Valleseco, donde ha permanecido como “guía y maestro en la fe de este pueblo – según palabras textuales del párroco D. José Manuel Cruzado – que en todo momento le ha venerado y ha acudido a él preocupándose por su imagen e iglesia, para que ambas, siempre estén en buen estado, recordando los compromisos un día adquiridos por sus antepasados”.

La devoción a San Vicente Ferrer marca de alguna manera la propia historia contemporánea de Valleseco, pues la construcción de la ermita y la ubicación en ella del Santo Patrón constituye el primer paso para su separación religiosa de la parroquia de Teror.

Según deja constancia el historiador Vicente Suárez Grimón en su libro “Teror y la segregación de Valleseco”, “desde que en 1740 se concibe la idea de construir una ermita en el pago de Valleseco para alojar en ella la imagen de San Vicente, se había dado el primer paso no sólo de la separación religiosa de Valleseco, sino de la separación de todos los niveles de la administración”.

El estudio del historiador terorense con ascendencia paterna de Valleseco muestra como la separación “no fue un fenómeno casual, ni impuesto desde fuera”, sino que obedeció a una serie de causas naturales, religiosas y de tipo político. Estos factores ponen en marcha el proceso que concluyó con la creación del Ayuntamiento más joven de la isla de Gran Canaria en 1842.

En cierta manera, San Vicente hizo realidad de forma pacífica los ruegos de los alrededor de 200 vecinos que en esas fechas tenía el pago de Valleseco, cumpliendo sus deseos de separación de la parroquia de Teror. Y San Vicente ha sabido además mantener durante estos siglos la concordia y el buen entendimiento entre los dos pueblos.

MIS PRIMEROS RECUERDOS
Todavía tengo en la cabeza las imágenes de aquella primera vez que mi madre me trajo a la edad de cinco años a la parroquia de Valleseco en las fiestas de San Vicente Ferrer.

Sería en la primavera de 1955 y yo no estaría muy saludable, en cuanto que mi querida madre acudía para visitar la imagen de San Blas, por la que sentía una gran devoción, para que me curara de mis dolencias de garganta. Ya saben que San Blas es especialmente venerado por librar de las enfermedades de la garganta.

Mis recuerdos de niñez de la Fiesta de San Vicente están asociados al olor de la tarde y de los huevos duros; a las caminatas desde Arbejales a Valleseco por el camino de San Isidro. También mantengo curiosos recuerdos de juventud, como cuando fui con mi padre a la fiesta de San Vicente, con 16 años, y me dejó fumar por primera vez. ¡Y mala la hora en que me dejó, porque los ruegos de mi madre a San Blas por mis problemas con la garganta no se pudieron solucionar y se me han prolongado hasta la actualidad, precisamente por culpa del tabaco!.

La Fiesta de San Vicente Ferrer también fue para mí un referente en la edad de enamoramiento, como casi todos los que estamos aquí. Pero el santo patrón no me ayudó mucho en eso. El amor de mi vida se lo debo más al Sagrado Corazón de Jesús de Arbejales. Pero es cierto que esta Fiesta que aquí pregonamos ha sido el punto de partida de muchas uniones sentimentales, ¿Quién de Teror no tiene un padre, una madre o un tío, o una nuera, como es mi caso, que sean de Valleseco? Y muchos de esos parentescos han tenido su origen en estas fechas de honor de San Vicente Ferrer.

Estas anécdotas personales pueden servir de ejemplo de la unión que ha perdurado entre los habitantes de Teror y Valleseco a lo largo de su historia. A pesar de sus divergencias políticas o económicas, los ciudadanos se han encargado de mantener vivo el espíritu de unión en las tradiciones y costumbres de ambos pueblos, compartiendo e intercambiando los momentos más importante de la vida social y cultural.

Hay personas que han contribuido en especial a desdibujar esas fronteras físicas que separan los dos municipios para unirnos más como ciudadanos. Recuerdo a D. Faustino Alonso, que durante 23 años fue párroco de Arbejales y desde 1965 a 1989 (24 años) lo fue de la parroquia de Valleseco. ¿Cuántos terorenses no se desplazaban a Valleseco para escuchar sus homilías?

También debo mencionar a alguien que se encuentra entre nosotros, a D. Nicolás Sánchez Grimón, terorense de nacimiento y vallesequense de adopción, que como ex alcalde, como cronista oficial y como persona, es un ejemplo de dignidad y orgullo para ambos municipios.

Como Nicolás, también podría citar a hijos e hijas de Valleseco y Teror, que indistintamente han aportado a ambos municipios su sabiduría. ¡Cuántos párrocos de Teror como D. Francisco González Guerra o Juan Hernández Quintana, predicaron en la parroquia de Valleseco! Y también de este municipio en la parroquia de Teror, como D. Vicente Rivero, que dirigió durante 24 años la Basílica del Pino, o D. Jorge, actual párroco de Arbejales.

En el ámbito de la política también Valleseco ha aportado a Teror personas luchadoras que han representado a los terorenses en la defensa de sus intereses, con es la actual Consejera del Cabildo Insular, Isabel Guerra Sánchez, que durante varios años perteneció como Concejal al Ayuntamiento de Teror.

Pero también hay muchas otras personas que podrían figurar en este pregón como testimonio del trabajo y esfuerzo para que Valleseco sea un lugar con presente y con futuro, capaz de modernizarse sin perder su identidad y sus tradiciones.

No cabe duda de que en muchos aspectos, las historias de Valleseco y de Teror han caminado paralelas, compartiendo momentos de encuentro, como pueden ser estas Fiestas, y otros de desencuentro, como pudieron ser los enfrentamientos por la propiedad del agua y el territorio.

Valleseco y Teror han permanecido unidas en muchas tradiciones, en la agricultura, en las creencias, en sus aguas y caminos. El mismo Rancho de Ánimas de Teror es un testimonio de la vinculación entre los dos municipios, desplazándose cada año hasta la Parroquia de San Vicente Ferrer para rogar por las almas penitentes, una tradición centenaria que se remonta al siglo XVIII.

También la Fiesta del Pino es un ejemplo de unión entre los dos pueblos, sobre todo en los momentos en los que la Fiesta Mayor de Gran Canaria tiene un sentido más íntimo y menos espectacular, como es el Día de las Marías o los múltiples eventos tradicionales, culturales y deportivos en los que también participa Valleseco.

La agricultura y la ganadería han sido dos sectores que han unido desde sus orígenes a Valleseco y Teror; a sus gentes y sus tradiciones.

Las Ferias de Ganado de San Vicente Ferrer han sido todo un referente para los terorenses, como las Ferias del Pino han sido para los vallesequenses.

Por desgracia, este tipo de encuentros que en otros tiempos constituían un importante evento comercial y social se han ido transformando con el paso del tiempo, pero al menos no han desaparecido gracias a la labor de mucha gente que pensamos que la pérdida de estas tradiciones es la desaparición de nuestra identidad como pueblo y como personas.

Hoy día, Valleseco y Teror caminan de la mano compartiendo también muchos de los problemas que afectan a los municipios de medianías, como son la paulatina desaparición de la agricultura, que en otros tiempos fue la mayor riqueza de sus habitantes; la falta de unas vías de comunicación adecuadas a los tiempos en que vivimos; o las dificultades de abastecimiento de agua en épocas de sequía, algo que parece una paradoja en una zona que se ha caracterizado siempre por sus manantiales y acuíferos.

En este sentido, la Mancomunidad de Ayuntamientos del Norte de Gran Canaria y la Mancomunidad de Municipios no Costeros de Canarias juegan un importante papel a la hora de desarrollar proyectos sociales y culturales que dinamicen la economía de estas zonas, evitando su paulatina decadencia y buscando recursos para facilitar a las nuevas generaciones medios de subsistencia.

Quizás en Valleseco existe una mayor preocupación por buscar alternativas de futuro para sus ciudadanos, teniendo en cuenta el alto grado de protección de su territorio natural y las limitaciones geográficas para desarrollarse.

Sin embargo, está claro que Valleseco tiene futuro y sus gobernantes lo han ido perfilando apostando por el mayor bien que podemos tener: el respeto a la naturaleza, la cultura y las tradiciones. Tres recursos que en todas las épocas de la historia han aportado soluciones al desarrollo de los pueblos. En este aspecto, seguro que Juan Salvador cerrará el próximo año su etapa como Alcalde de Valleseco satisfecho por la labor realizada en los últimos años.

Como creyente, creo además que San Vicente Ferrer continuará aportando su granito de arena para que Valleseco mantenga su idiosincrasia sin perder el rumbo de la modernidad. De la misma manera que siempre he confiado mis esperanzas a la Virgen del Pino en los momentos más difíciles, también confío en la devoción a San Vicente.

Muchos estarán pensando que lo que dijo son utopías, que estas ideas son incompatibles con los tiempos que vivimos; que la religiosidad ya no mueve al pueblo ni forma parte de la vida de las personas. Sin embargo, en el fondo queda mucha más sustancia de lo que creemos. Y muestra de ello, es el fervor que se mantiene todavía en festividades como la que hoy anunciamos.

Quizás la forma de vida actual nos impida poner en práctica muchos sentimientos espirituales que nos transmitieron nuestros antepasados, pero la realidad es que la fe mueve montañas y que las nuevas generaciones sienten la necesidad de subir a montañas como las de Valleseco, para descubrir el verdadero sentido de sus vidas.

No quiero terminar este pregón sin recordar un momento emotivo para los vecinos y vecinas de Valleseco y Teror, como fue la bajada de San Vicente Ferrer en noviembre de 1996 a la Basílica de Ntra Sra del Pino con motivo del 250 aniversario del traslado de la imagen de San Vicente a la Iglesia de Valleseco.

Un momento inolvidable e histórico para los cientos de fieles que aclamaron la al santuario donde permaneció la imagen de San Vicente durante diez años, entre 1736 y 1746.

Desde este estrado quisiera hacer una propuesta que para algunos resultará sorprendente, para otros imposible y para muchos, como yo, una idea ilusionante que podría llevarse a cabo el próximo año con motivo del 400 aniversario de la primera salida de Teror de la Virgen del Pino a Las Palmas de Gran Canaria, en 1607.

Mi propuesta es que la Virgen del Pino visite a San Vicente Ferrer, como el patrono de Valleseco lo hizo hace 10 años permaneciendo 4 días en la Basílica de Teror. Que la Santísima Virgen suba al municipio hermano por primera vez en su historia, compartiendo unos días con los feligreses de la parroquia.

Es una idea que transmito a los representantes eclesiásticos como una deuda histórica de Teror con Valleseco; un deseo de muchos vecinos y vecinas de ambos municipios que nunca se ha hecho realidad. Un gesto de unión y fraternidad que se sumaría a las excelentes relaciones entre los vallesequenses y los terorenses. En definitiva, un acto que marcaría un hito en la historia de Valleseco.

Y para ir terminando, les confieso que lo primero que se me ocurrió cuando me propusieron la lectura de este pregón fue una pregunta: ¿qué le gustaría a San Vicente Ferrer que dijera a los vecinos de Valleseco?

Intentando responderme a esta pregunta del patrón de los predicadores, se me ocurrieron varias respuestas que espero haber transmitido con mis palabras:

La primera fue, que dijera lo que dijera, llegara al corazón de las personas.

La segunda, que mirara al presente y al futuro antes que al pasado.

Y la tercera, que disfrutáramos felizmente de lo que Dios nos ha dado.

De esta manera queda anunciada la Fiesta Mayor de Valleseco en honor a San Vicente Ferrer. Desde Valsendero al Zumacal, pasando por Lanzarote, Madrelagua, Carpinteras y todos los rincones de este hermoso lugar de Gran Canaria.

¡La Fiesta ha comenzado!

Muchas Gracias.

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