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Paquito Gil, distinguido con la Insignia de Oro municipal en 2011, falleció este domingo

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El que fuera gran recopilador de historias de Teror y distinguido con la Insignia de Oro municipal, Francisco Ortega Gil-González, más conocido por Paquito Gil, falleció el pasado domingo 28 de junio. El Ayuntamiento de Teror reconoció en 2011 su labor de recopilación de datos, recuerdos e imágenes sobre Teror, que luego, sin ningún afán de lucro fue aportando en artículos periodísticos, colaboraciones en radio y televisión, exaltando siempre la historia y tradiciones relacionadas con Teror y la Virgen del Pino. La Corporación municipal y Teror en general lamenta la pérdida de Paquito Gil, el hombre que «quiso mucho a Teror», tal como él mismo deseaba que figurara en su obituario.  

> ‘Paquito Gil, el hombre que quiso mucho a Teror’ (leer)
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Paquito Gil, el hombre que quiso mucho a Teror
Por José Luis Yánez, Cronista Oficial de Teror

Quiso mucho a Teror… Así quiso él mismo que titulara su obituario, pero nunca pude cumplir su encargo al completo: escribir estas letras antes de morir, para él leerlas, corregirlas y darme el visto bueno, si correspondiera… Por respeto a la familia y por un extraño temor a que si mentar a la muerte, significara el atraerla prestamente por la esquina de la calle del Riego terorense, donde don Francisco Ortega Gil -Paquito Gil-vivía.

Desde pequeño -parte del encargo de este obituario era que no pusiera su edad- vivió muy de cerca todo lo que ocurrió en Teror y sus barrios, lo que unido a su prodigiosa memoria hizo de él un verdadero y permanente archivo y cronista honorífico de la Villa Mariana ocurría. Yo por tal lo tuve siempre.

Pese a ser adoptado por doña María de los Ángeles Ortega -de una rica familia terorense, sin hijos y a la que amó con toda su alma- nunca renegó de su familia biológica y mantuvo con ella relación, trato y querencia; lo que hablaba muy bien de su persona, de su interior, de ese lugar recóndito donde cobijamos nuestros secretos y nuestra verdadera personalidad.

Escribió, publicó, fue entrevistado por radios y televisiones y pesea ello seguía siendo tan humilde que, cada vez que tenía alguna duda, y desde que supo que al ‘niño del Palmar’ (así me llamaba) le gustaban las cosas de historia, me llamaba y encargaba datos de cosas, tipos, personajes, sucedidos mucho antes de nacer yo. Y, en justa y cumplida correspondencia, cada vez que se publicaba un artículo mío, la primera llamada de teléfono para felicitarme era la suya.

Casado con doña María Luisa Marrero Penichet, tuvo dos hijos Ángeles y Luis Fernando. Ellos son su mejor herencia.

La mía: su trato, sus consejos, sus recuerdos y ese amor a Teror queél y otros han ido inculcando en mi corazón. Y una pequeña maceta con unos brotes de Sedum reflexum que él trajera desde Estados Unidos(fue un extraordinario viajero) a escondidas, cuando en la década de 1970 visitó la tumba del Presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy, ubicada en el Cementerio de Arlington, y donde esta planta tapizante llenaba por completo todos los espacios entre las losas que cubren el monumento.

Paquito, reciba un abrazo enorme allá donde esté; mantendré viva su memoria y espero -de corazón- quede usted contento con estás líneas que hace tanto me encargó.

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