Palacio Episcopal y Alameda Pío XII
El Palacio Episcopal, es junto con la Basílica del Pino, uno de los inmuebles más significativos y singulares del centro histórico de Teror. Tradicionalmente, su construcción se ha considerado como un regalo de los terorenses a los obispos fray Valentín Morán y Francisco Delgado y Venegas, promotores de la erección de la actual Basílica, aunque como apunta el historiador Vicente Suárez Grimón, más bien fueron D. Estanislao de Lugo y el coronel D. Antonio de la Rocha, comisionado y director respectivamente de la obra de la iglesia, los que, con la aprobación del vecindario, hicieron tal donación.
Como señala el citado Suárez Grimón, la imagen unitaria que muestra en la actualidad no se corresponde con la construcción original, finalizada en 1767 bajo la dirección del coronel Rocha, con «los materiales que han ido sobrando de la fábrica de la yglesia y no podían servir en ella», constituida por dos casas unidas comunicadas en su interior, separadas de otras dos empleadas para alquilarlas por cuenta de la parroquia. Las primeras, conocidas como «casas de abajo» o «casa palacio de abajo», estaban destinadas al alojamiento temporal de los prelados. Sobre ellas se ordenó colocar, orientado hacia el sur, el escudo heráldico del obispo Delgado y Venegas que aún se conserva.
Ya en el siglo XIX, durante el rectorado del obispo Lluch y Garriga se llevaron a cabo unas obras de ampliación. Con tal motivo se levantó una portada sobre la cual hondea el nombre del propio Lluch, junto a la fecha de su construcción, 1867. Se trató, como asegura Suárez Grimón, de dar una imagen unitaria al conjunto y evitar la venta o pérdida del denominado «palacio de arriba», como consecuencias de las leyes desamortizadoras de 1855.
La Alameda se construyó entre los años 1845 y 1847 sobre el espacio existente entre la Basílica y el Palacio Episcopal, conocido como la Plaza Nueva. Desde entonces ha experimentado diversas reformas que han ido cambiando su aspecto, como las acometidas durante los años 1880 y 1925. En 1927 se construyó un pequeño quiosco destinado a bar y en 1952 se planteó la posibilidad de construir un quiosco para la música en el mismo lugar que ocupaba el destinado a cantina. Su actual fisonomía data de las obras de remodelación realizadas en 1981.
Desde sus orígenes ha recibido diferentes denominaciones, aunque siempre se ha conservado el nombre original de La Alameda.