Parece que los años no pasan por la centenaria vecina de Teror, que mantiene su carácter y coquetería. No toma ningún tipo de medicamento -excepto cuando tiene algún resfriado- y sigue conservando sus hábitos diarios, sobre todo en la alimentación, que rehúye de las grasas y adora las verduras y la comida sana.
Aunque ella prefiere llamarse Mª del Pino, por su gran devoción a la Virgen y ser el nombre de su madre, todo el mundo la conoce por Maximina, su segundo nombre. Nació un 29 de mayo de 1914 y es madre de una hija, Cesarina, que cuida de ella las 24 horas. Tiene tres nietos y un bisnieto.
A su avanzada edad, Maximina conserva su buen humor. Fue una apasionada del baile, sobre todo canario, y muestra de ello es que sigue moviéndose con autonomía por la casa, ayudada del bastón.
Su vida no fue nada fácil, al quedar huérfana a los 8 años con 6 hermanos menores, a los que tuvo que ayudar a salir adelante. Hasta hace no muchos años cuidaba también de los animales y hacía algunas faenas en la tierra, pero ya eso ha quedado atrás.
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