Hijos adoptivos de Teror

Fernando Báez Saavedra

fernandobaezsaavedra

Fernando Báez Saavedra,

El Pleno de la Corporación municipal nombró Hijo Adoptivo de Teror el 17 de abril de 2009 al médico Fernando Báez Saavedra, en reconocimiento a su labor sanitaria durante 40 años en el municipio. Hijo Adoptivo. Médico (Las Palmas de Gran Canaria, 1940). Fernando Báez Saavedra es todo un referente para el ámbito de la salud en Teror. Pertenece a la última generación de médicos de pueblo que recorrían en tiempos pasados los lugares más inaccesibles para socorrer a sus pacientes, muchas veces en unas condiciones realmente difíciles.

Por sus manos han pasado cientos y miles de personas. Ha salvado muchas vidas y también ha tenido que afrontar momentos muy difíciles ante diagnósticos terminales.Tras casi medio siglo de trayectoria profesional y con un amplio currículo a sus espaldas, Fernando Báez Saavedra reconoce que siempre ha tenido buen ojo clínico, producto de sus conocimientos médicos, pero también de saber tratar con el paciente mediante la conversación.

Además de muy buena formación científica, Fernando tiene un don especial para «averiguar» las enfermedades, según atestiguan sus pacientes. Son pocos los terorenses que no han pasado alguna vez por su consulta o quizás hayan oído hablar de su excelente ojo clínico, por el que se ha ganado el apodo de «el brujo». Es el médico que más años lleva prestando sus servicios en el municipio. El pasado 8 de enero de 2009 se cumplieron 40 años de su llegada a Teror.

Fernando Báez es natural de Las Palmas de Gran Canaria, donde nació el 7 de abril del año 1940. Desde muy joven quiso dedicarse al estudio de la medicina, motivado por el contacto con grandes médicos y amigos de la familia, como fueron José Ponce, Antonio Mauricio o Adolfo Ley. A pesar de la oposición inicial de su padre – que quería que siguiera sus pasos como ingeniero – en 1959 marchó a la Universidad de Barcelona con una beca, llegando a ser el único canario de su promoción que aprobó el primer curso de Medicina. Desde entonces, su padre se convenció de que su verdadera vocación era la medicina y no la ingeniería. Después de finalizar la carrera en 1965, Fernando ejerció en el Hospital de San Adrián de Besós (Barcelona) hasta que regresó a Gran Canaria. Primero estuvo unos meses sustituyendo por enfermedad al médico titular de La Aldea, y luego decidió instalarse en Teror.