Fueguistas

Exposición de artículos pirotécnicos de Pedro Dávila Rodríguez. Autor de la fotografía: Alfonso Dávila Cabrera (ca. 1950-1960). Propiedad: FEDAC-Cabildo de Gran Canaria.

Desde su incorporación a la Corona de Castilla, las hogueras, las luminarias, y de manera especial los fuegos de artificio han formado parte consustancial de las principales fiestas y solemnidades del Archipiélago Canario. En el caso particular de las fiestas celebradas en honor a la Virgen del Pino de Teror, la primera referencia documental sobre el uso de fuegos artificiales se remonta a 1643. En ese año consta el abono de 200 reales, con los que se pagó «sacerdotes y demás gente y fuegos y toros». Desde entonces, diferentes maestros coheteros o «fogueteros», como Luis Cabrera, Diego y Jerónimo de Castro o los miembros de la familia Anchieta, representados por Tomás, Blas y Miguel, dieron la nota de luz y color a las fiestas patronales de la Villa.

Especialmente importantes, por su espectacularidad, fueron los fuegos quemados con motivo de la apertura de la actual Basílica del Pino, el 28 de agosto de 1767. Desde ese día y hasta el 16 de septiembre de 1767 se prendieron hogueras y luminarias y se quemaron fuegos de artificio de las más variadas formas. Los «fuegos de mano» o «juguetes» fueron lanzados desde una torre o baluarte de madera, de bastante altura, emplazado en una de las esquinas de la plaza, mandado a construir por el arquitecto de la iglesia, el coronel D. Antonio de la Rocha. Aunque especialmente destacables fueron las arquitecturas efímeras, las «máquinas» y las «figuras» o autómatas movidos por el efecto del fuego y la pólvora.

Hoy en día, son los miembros de la familia Dávila los encargados de preparar los fuegos de las Fiestas del Pino, a los que de manera popular se les denomina «fueguistas». El primer representante de esta familia fue Gabriel Dávila Trujillo, natural de La Aldea de San Nicolás. Establecido en el barrio de Guanchía y luego en El Palmar, fue seguido por su hijo Juan Dávila Morales y por varias generaciones más de pirotécnicos, cuya labor trasciende los límites del municipio de Teror.

Tradicionalmente, la familia de los Dávila ha sido la encargada de enramar el monumento de la Cruz Verde y colocar las guirnaldas o festones en la fachada de la Basílica del Pino, a comienzos del mes de mayo, con motivo de la fiesta en honor a San José y la Santa Cruz. Con tal motivo, también les corresponde preparar el espectáculo pirotécnico denominado como la Quema del barco y el castillo, en el que se recrea el enfrentamiento entre una nave y una fortaleza.

En 1918 el periodista Francisco González Díaz, se refirió a los Dávila en los siguientes términos:

«En Guanchía se prepara la pólvora que arde en las fiestas de Gran Canaria; de Guanchía salen sorprendentes monumentos pirotécnicos; en Guanchía están los brujos de la magia flamínea y sonora que encanta las vísperas patronales de nuestras aldeas».

Una de las principales vías del barrio de Teror lleva el rótulo de Calle de los fueguistas.

Montaje de voladores de la familia Dávila en las fiestas de San Pedro Mártir de Las Palmas de Gran Canaria. Autor de la fotografía: Anónimo (ca. 1950-1960). Propiedad: FEDAC-Cabildo de Gran Canaria.