Alcalde de Teror
Hay muchas maneras de vivir El Pino. No importa la edad, la situación económica o social, ni siquiera las creencias más profundas que cada uno profesa. El Pino ha conseguido unirnos a todos, estar junto a la Virgen manifestando las distintas formas de expresar nuestros sentimientos, desahogos, ilusiones, esperanzas, …
El Pino es más que una Fiesta. Es un símbolo que expresa el encuentro de un pueblo unido. Es un centro de energía que transforma las caras y los corazones de muchas personas, no sólo en Canarias, sino entre los muchos emigrantes que tienen grabado el rostro de la Virgen en su alma. Es un antes y un después en el calendario anual, que da paso a un nuevo curso y a una nueva estación.
Estar cada año en la Fiesta del Pino, de la manera que sea, en persona o en el pensamiento, es la ilusión de miles de personas. Para rendir honores a la Patrona de la Diócesis de Canarias; para encontrar a los amigos y amigas y compartir unas horas de diversión; para respetar y olvidar las desavenencias familiares, laborales o políticas; para agradecer a la Virgen las excelentes lluvias caídas este año y pedir que sean igual de copiosas en los venideros; para salir del estrés al que nos somete diariamente el ritmo de trabajo; o simplemente, para esbozar una sonrisa de satisfacción observando las escenas emotivas que cada mes de septiembre nos deja esta celebración.
En los 18 años que he podido vivir como alcalde de Teror este acontecimiento especial -esta es mi 19º Fiesta del Pino como primer edil-, han sido muchos los momentos de felicidad compartidos. Pero también en estas fechas nos han sobrecogido sucesos de enorme tristeza y dolor, que aún mantenemos en el recuerdo. Sin ir más lejos, el trágico accidente aéreo en el que perdieron el pasado año la vida muchos grancanarios, entre ello un hijo de Teror; los devastadores incendios en la isla hace un par de años; la llegada de tantos inmigrantes que perecieron antes de alcanzar la costa de nuestra isla, y otros tantos acontecimientos cercanos y fuera de nuestras fronteras que han teñido de luto y pesar la festividad de Ntra. Sra. del Pino.
El mayor lamento presente este año en la Fiesta es sin duda la pérdida de Pancho y Pablo Dávila, dos magníficas personas que llenaron de luz y color tantas fiestas en Canarias. También la situación económica de crisis mundial que atraviesa la sociedad estará muy presente. Una crisis económica, pero que se traslada a todos los ámbitos de nuestra vida, causando un mayor desasosiego. Me refiero a la crisis de los valores, de identidad, de falta de ilusiones y de confianza. Con toda seguridad, este año serán muchos los ruegos y promesas que recibirá la Virgen para encontrar un trabajo, o para que no cierre la empresa en la que trabajamos, o para que a nuestros hijos no les falle el futuro.
El Pino ayudará a muchas personas a pasar esta mala racha. A encontrar no sólo esperanzas, sino también ideas y fuerzas para poner en marcha proyectos que den salida a su situación actual. Y a los que tenemos la responsabilidad de gobernar y representar a los ciudadanos, El Pino nos dará un excelente análisis de cómo se encuentra nuestro pueblo, y así, buscar las mejores soluciones.
Esta Fiesta del Pino contará con un presupuesto menor. Tendremos una amplia programación de actos, como en años anteriores, pero se reducirá el caché de muchas actuaciones y espectáculos. La Virgen del Pino tendrá unas Fiestas dignas. Y estoy seguro de que la celebración tomará, quizás con mayor fuerza, el espíritu de solidaridad y confraternación que se apodera en los momentos más difíciles.
Teror es la Casa de todos los canarios en la Fiesta del Pino. Compartamos como una gran familia, unida y alegre, esta festividad. Les deseo lo mejor.
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