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APUNTE 27/05/2013

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La maté porque era mía
Por
Nieves Ramos                                                                                                                               

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Si las cuatro victimas del terrorismo doméstico, más una herida de gravedad, que tuvimos la semana pasada en nuestro país fueran bajadas de tipo de interés en la bolsa, hubiésemos dicho que estábamos ante una semana negra pero, como se trata de mujeres, el monumental cabreo y denuncia, ha quedado fundamentalmente entre las organizaciones de mujeres y unas tímidas medidas anunciadas por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad.

Soy repetitiva en mi apunte cuando pido o exijo, como ciudadana que paga civilmente sus impuestos, que se aplique la Ley Antiterrorista para atajar esta lacra del machismo patriarcal, tan instalada todavía en nuestra sociedad.

Es bueno recordar algunos momentos históricos para comparar cómo las políticas se aplican de diferentes maneras en función del interés suscitado por el tema.

Propongo recuperar recuerdos, no muy lejanos, de las muertes provocadas por ETA en nuestro país o sin ir mas lejos, las últimas producidas en Londres, París o el atentado de Boston. Hemos visualizado, hasta la saciedad imágenes y más imágenes, comentarios de cómo sucedió, testigos contando sus experiencias, declaraciones de denuncia, medidas para combatirlas, minutos de silencio en los ayuntamientos, en fin, condena generalizada y estado de shock nacional e internacional.

Sin embargo, ante el drama del asesinato sistemático de mujeres, algunas de ellas delante de sus criaturas, nos encontramos titulares como: «Otra muerte más….» como si ya lo tuviésemos integrado en el sumario de las noticias diarias. Y me produce una repulsión y rabia, no contenida, ante la naturalidad con que acogemos estas noticias sin que se produzca un revuelo nacional y lo que es peor, sin tomar las medidas contundentes, que vayan más allá de recordar a las madres de quienes matan.

Se ha presumido mucho de la eficacia de la política antiterrorista en nuestro país: alejamiento en las cárceles, aumento de los efectivos policiales, apoyo a las familias, es decir; querer acabar con el terrorismo. Victoria Camps, en una magnífica conferencia en la SEU OBERTA, dice que «lo que nos mueve a obrar son los sentimientos», y me entra la duda de si el sentimiento que mueve a nuestros gobernantes es realmente el acabar con esta lacra o no.

Por lo que a mi respecta, y recordando a una responsable que tuve hace mucho tiempo, voy a seguir diciendo que lo importante nunca se tiene que dar por supuesto, y que esta lacra contra las mujeres tiene que tener políticas que apoyen a las mujeres para que puedan denunciar, sabiendo que la sociedad está con ellas, que las medidas de apoyo tienen que incluir casas de acogida, acompañamiento sicológico, trabajo que posibilite la independencia económica, ordenes de alejamiento reales y eficaces y sobre todo, medidas contundentes, aplicación de la ley antiterrorista, para que los machitos de este país no sigan creyéndose con el derecho a matar «porque era, es mía».

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