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APUNTE 22/05/2013

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César Manrique: activistas del paisaje
Por
Sebastián Sarmientochano_sarmiento_apunte

Estos meses se encuentra abierta en el Espacio Cultural de CajaCanarias, en la capital tinerfeña, una importante exposición que alberga la mayor retrospectiva en torno a la obra del lanzaroteño César Manrique (1919-1992). En ella se muestran más de 80 piezas entre pintura, escultura, fotografía, bocetos, documentos personales y otros testimonios que resumen la obra de Manrique desde su infancia en Famara a la ciudad de Nueva York y su vuelta a la isla de los volcanes donde se significó como el gran defensor del paisaje volcánico de su isla. En síntesis la muestra, que podrá contemplarse en la capital grancanaria en septiembre, recupera la versión de César Manrique como activista de un arte que provocó actitudes de defensa del medio ambiente en Canarias frente a la especulación y el ladrillo. Una exposición, por tanto, que aguardamos en Gran Canaria como un acontecimiento social y cultural importante y que no podemos perdérnosla.

Esta “exposición-denuncia”, nos ha traído a la memoria unas declaraciones del Presidente de la “Fundación César Manrique”, José Juan Ramírez, al matutino grancanario “La Provincia-Diario de Las Palmas (2008) en las que éste hacía profesión de fe del espíritu “manriqueño” en cuanto a la defensa del medio ambiente y natural de la isla de Lanzarote y de un modo general de toda Canarias, actualizando el mensaje del artista lanzaroteño de denuncia a todos los niveles de los desmanes protagonizados por algunas de nuestras instituciones y particulares. No cabe duda de que José Juan Ramírez fue valiente en estas declaraciones que comentamos, sintiéndose depositario de la misión que tuvo en vida César Manrique.

Yo que tuve la oportunidad y el honor de conocer personalmente a Manrique por motivos profesionales, suscribo todas y cada una de las ideas expuestas entonces por José Juan Ramírez. Tuve la ocasión, un día del mes de julio de la década de los ochenta, de cubrir una manifestación encabezada por César en contra de las obras que se llevaban a cabo en Los Pocillos, en la propia capital conejera. Con un gesto intrépido y profético-si se me permite este término religioso- Manrique se subió al tractor o excavadora que realizaba unas obras para él ilegales y que dañaban la costa por unas obras de un hotel cercano. De ello hay constancia gráfica en el semanario “Lancelot”.

Por ello me ha provocado una honda satisfacción que el heredero ideológico del proyecto de Cesar Manrique haya hablado clarito en relación a lo que está pasando en las islas. Ramírez ha vuelto a poner de moda lo que en César era habitual: independencia y beligerancia hacia aquellos que pretenden hacer del territorio isleño un negocio privado. No es necesario recordar que Cesar Manrique tuvo un compromiso social que como nos recordaba el responsable de la Fundación no es habitual en un artista. “Creo que su mayor aportación fue el convencer a la sociedad canaria en general y a la de Lanzarote en particular que nuestro paisaje y nuestro patrimonio son unos valores para el futuro”. En efecto, el gran valor de César era precisamente ese convencimiento de que la defensa del territorio implicaba un enorme atractivo que podría dar beneficios económicos y sociales para la isla de Lanzarote, junto con sus actividades y su obra, planteada desde concepciones modernas y abiertas.

El testigo del proyecto de César Manrique no solo ha sido asumido por la Fundación que lleva su nombre, sino además por otros intelectuales y artistas del Archipiélago canario, entre los que sobresalen Pepe Dámaso y el Premio Nóbel de Literatura, el portugués afincado en los últimos años de su vida en Lanzarote, José Saramago. Recuerdo que en 1983, este escritor, también beligerante con las irregularidades urbanísticas conejeras, afirmaba que se asistía a la segunda muerte de César Manrique, a la del proyecto ecológico y medioambiental. Lo ha reconocido el propio José Juan Ramírez cuando afirmaba que las instituciones conejeras no han seguido el camino que César tenía para Lanzarote, proyecto que “lamentablemente esta isla ha ido perdiendo”.

Me constó siempre la preocupación que en vida mantuvo Cesar Manrique por el desarrollo turístico de Lanzarote y del resto de Canarias, y por los caminos que podrían derivar de no hacerle caso. Por todo ello, hay que defender la actuación de la Fundación en este campo: apoyamos los recursos judiciales presentados contra la licencias de hoteles y complejos turísticos Entendemos que la Fundación tiene una enorme responsabilidad para mantener el legado y el pensamiento de Manrique y debe hacer gala del coraje necesario “para pararle los pies” a los especuladores y a todos aquellos que quieren hacer negocio con nuestros bienes naturales. Luchar contra la corrupción urbanística y social es un deber de todos, no solo de los seguidores de César Manrique, y su pensamiento, como compromiso ecológico, sigue hoy vigente.

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