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APUNTE 06/05/2013

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El tizne de la marca España
Por
Nieves Ramos                                                                                                                               

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Ayer, el prestigioso diario estadounidense The New York Times, dedicó un extenso reportaje a los casos de corrupción que vive nuestro país, describiendo un panorama desolador que pone en tela de juicio los mecanismos de control que tienen las instituciones públicas para hacer frente a estas tropelías que supone la utilización del dinero o las influencias de lo público y que deja en el aire un tufo que nos lleva a cuestionarnos cuáles son las verdaderas razones que llevan a las personas a ejercer un cargo público y cómo el mantenimiento durante largo tiempo en el puesto genera una dinámica peligrosa.

Es cierto que no se puede meter en el mismo saco a todas las personas que ejercen la responsabilidad del gobierno del pueblo pero la extensión de los casos de corrupción a lo largo y ancho del territorio, afectando a todos los estamentos y partidos políticos, deja un panorama que, junto a la situación económica, siembra la desconfianza y desesperanza en la ciudadanía.

En el reportaje aparece un elemento que me ha dejado particularmente preocupada porque advierte que tras el desmadre de la construcción, que ha generado estos lodos, no hemos aprendido gran cosa y el nuevo nicho mercado, donde se prevé el negocio, es el sector de la sanidad y eso me ha puesto los pelos de punta.

En nuestro pueblo siempre se ha dicho que con las cosas serias no se juega y la sanidad, a mi entender, lo es. Ayer, en las mismas noticias en las que se hablaba del diario neoyorquino, aparecía el que puede ser el primer caso de muerte de un inmigrante senegalés, al que no se atendió por carecer de tarjeta sanitaria y que, supuestamente, padecía tuberculosis. Un chaval joven que seguramente vino a este país acogedor, europeo y civilizado, huyendo del hambre y la miseria, cómo hemos hecho y estamos haciendo los españoles a Alemania o Venezuela y que ha encontrado la muerte por falta de atención médica porque, entre otras cosas, en lugar de buscar el dinero robado en los paraísos fiscales se recorta en sanidad y educación. Ese es uno de los casos de los muchos que llenan las redes sociales denunciando, que de nuevo, son quienes tienen menos recursos los que pagan los platos rotos de un sistema que se tambalea por la corrupción y la mala gestión de los recursos públicos.

Me preocupa la vuelta atrás en la sanidad que se está convirtiendo en un plato apetitoso para los buitres de los mercados que quieren seguir siendo ricos acogiéndose a los privilegios e influencias de lo público y dejando en la estacada a quienes menos recursos tienen. Todo ello cargándose además a la clase media que es la que sostiene este país con sus impuestos, consumo y cuentas corrientes nacionales. De nuevo parece ser que volvemos a la vieja tradición de tener un cacho tierra guardado para, en caso de operación, poder venderla y hacer frente a los gastos.

Eso sí, en medio del choriceo institucionalizado, se convierte en una cuestión prioritaria cuidar el embarazo de las mujeres hasta el final, pase lo que pase porque es importante velar más por los no nacidos que los que tenemos aquí y de nuevo, quienes tienen dinero irán a Londres y quienes no volverán al viejo remedio del perejil, pero este tema merece capítulo aparte.

Espero que el tizne que ha puesto en evidencia The New York Times sirva para que espabilemos y no permitamos que nos quiten los derechos adquiridos con tanto sacrifico sino cualquier otro medio de comunicación extranjero podrá decir que somos unos toletes. Y yo, con dolor tendré que estar de acuerdo.

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