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APUNTE 11/04/2013

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Escaños de alterne
Por
Cristóbal Peñate                                                                                                                               

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A Manuel Fernández debió parecerle muy aburrido el debate parlamentario sobre el estado de la nacionalidad y por eso se puso a ver una película desde su escaño de la mesa de la cámara. Igual que el funcionario que se va a tomar café durante una hora o el que navega sin medida por Internet mientras el jefe está fuera. Y está fuera porque normalmente está tomando ese largo café de una hora.

Si los políticos nos dan ese ejemplo, es lógico que sus subordinados temporales también se tomen el trabajo a coña. A Fernández, que es un profesional bien pagado fuera de la política, los plenos parlamentarios le suponen un incordio, un coñazo, una pesadez asfixiante.

Entonces, en vez de escuchar atentamente lo que dicen los portavoces los partidos, enchufa su iPad y se pone a ver una película de vaqueros, que es más entretenido.

Yo lo entiendo. Verdaderamente esas sesiones parlamentarias son plúmbeas e interminables. Se está mucho mejor viendo una peli, dónde va a parar. Y cuando digo una peli (siempre será mejor una sesión cinematográfica que una parlamentaria) digo un masaje, un spa, una piscina o un baño turco.

Bueno, y si encima en un descanso te puedes dar un salto a Las Teresitas y darte un baño y luego sentarte en una terraza blandiendo una jarra helada de cerveza en tu mano izquierda mientras lees el periódico con la derecha, entonces sería el acabose. Eso no lo mejora ni una velada con Carla Bruni susurrándote al oído canciones de amor.

Como en Canarias no hay problemas, nuestras queridas y cursis señorías se dedican a mirar a otro lado mientras les pagamos el sueldo, los viajes, el hotel, la manutención, el móvil y hasta el portátil. La realidad no puede estropearnos la ficción de la peli de Fernández.

Ya sabemos que en Canarias apenas hay parados ni gente sin vivienda que no tiene donde caerse muerta. Ni muertos de hambre ni menesterosos atendidos por una caritativa Caritas que ya no da abasto. En las islas, por no haber, no hay miles de niños que solo pueden hacer una comida digna en el colegio.

Aquí todos vivimos por encima de nuestras posibilidades. No hay problemas. Por no tener no tenemos ni políticos con dos dedos de frente. En realidad, por no tener, ni tan siquiera tenemos un mínimo de vergüenza.

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