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APUNTE 18/03/2013

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Tres en uno en el Vaticano
Por
Nieves Ramos                                                                                                                               

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Por esas sorpresas que me ofrece la vida, estaba en Roma cuando la fumata blanca daba paso el primer Papa latinoamericano.

La ciudad del Vaticano era un hervidero de medios de comunicación, gente de todas las partes de mundo y la mayor concentración de hábitos representativos de las diferentes congregaciones religiosas masculinas y femeninas.

En esta ocasión, el Consejo de Administración de la Iglesia, reunido en cónclave, se dio prisa en elegir a su Director General y como siempre, no salió ninguno de los que aparecían en las quinielas como favoritos, la mayoría cardenalicia se decantó por quién si lo había sido en la anterior elección.

No sé exactamente qué margen de maniobra tiene el Espíritu Santo en éstas elecciones pero a mi juicio ha sido una opción inteligente. Utilizando un anuncio publicitario diría que con esta elección la Iglesia consigue tres en uno:

Primero, dar al continente latinoamericano, con un nivel muy alto de católicos practicantes, un reconocimiento mundial.

Segundo, involucrar a la Compañía de Jesús, con su cuarto voto de obediencia a la Iglesia, en la necesaria regeneración eclesial. Los conflictos sexuales y económicos, entre otros, que llevaron a Benedicto XVI a ser el primer Papa que dimite, necesitan de gente acostumbrada a grandes batallas, y los jesuitas de eso saben mucho, no en vano, tanto Ignacio de Loyola como Francisco Javier, procedían del ejército.

Tercero, la elección de un Papa jesuita y del mal llamado Tercer Mundo, frena el enorme poder que habían adquirido, durante los mandatos de Juan Pablo II y Benedicto XVI, los movimientos como el Opus Dei, Comunión y Liberación, los legionarios de Cristo o las Comunidades Neocatecumenales y genera expectativas entre los cristianos de base, preocupados por las situaciones de injusticia y la distancia que la Iglesia institucional mantenía con esta realidad. La elección del nombre, sus primeros gestos y sus primeras palabras se han dirigido a la mayoría de la población mundial que vive en la pobreza y la injusticia más contraria al Reino de Dios.

El nuevo Papa ha mostrado signos de buen humor, por ello seguramente le habrá llegado ese chiste de que hay tres cosas que Dios no sabe. Primero, lo que pasa en el Vaticano, segundo el nombre de las Congregaciones religiosas y tercero si los jesuitas son realmente obedientes. En este caso, parece que sí lo son, porque el Papa, que han ido a buscar el fin del mundo, ha sido obediente al aceptar tremenda responsabilidad. Espero que Pedro Arrupe, el llamado Papa negro, lo acompañe y el sufrimiento que pasó al final de su vida sea a mayor gloria de Dios.

Francisco ha empezado manteniendo la actual curia, como buen hijo de San Ignacio aprendió eso de “en tiempo de turbación, no hacer mudanza” pero estoy segura que las hará.

Solamente me queda desearle paz y bien.

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