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APUNTE 12/03/2013

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Quo Vadis Iglesia
Por
Nieves Ramos                                                                                                                               

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Los años pasan muy rápido, parece que fue ayer cuando el anciano Juan Pablo II, el Papa viajero, dejaba vacante el sillón de San Pedro dando paso al Cardenal Ratzinguer para regir los destinos de la Iglesia Católica. Venía con fama de vigilante implacable de la doctrina de la fe. Paradójicamente, el dogmático cardenal alemán ha roto la tradición de mantenerse en el cargo hasta que la muerte los separe, hecho que a mi juicio, le honra.

Las razones de esta decisión probablemente no se conocerán nunca, dada la tradición ampliamente practicada en la Iglesia de guardar los secretos de confesión. Sin embargo, a nadie se le escapa que la Iglesia al igual que otras instituciones, vive una profunda crisis de representatividad, unida a escándalos que salpican a sus dirigentes.

Debo reconocer, al ver algunas de las imágenes que los medios de comunicación ofrecen de la liturgia vaticana generada en torno al cónclave, que sea vea como una institución cuánto menos extraña. Que en pleno siglo XXI cuando se trata de elegir a quién va a regir los destinos de la Iglesia, aparezcan unos señores, mayores, vestidos raramente, todo hombres, eso sí, algunos de color, no deja de ser significativo.

Hace unos días hemos celebrado el Día Internacional de la mujer volviendo a vindicar, tanto desde las administraciones públicas como las organizaciones de mujeres, la necesaria igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Por ello, me resulta más chocante que en un acontecimiento de este tipo, más de la mitad de la humanidad que somos las mujeres estemos sin representatividad.

Conozco las razones oficiales que la Iglesia argumenta a esta realidad que por supuesto, no comparto.

He encontrado siempre en el Evangelio la mayor apuesta por la igualdad que es sinónimo de justicia. El slogan de la Campaña de Manos Unidas este año es bien elocuente, sin igualdad no hay justicia. Por ello me parece que la Iglesia necesita volver a revolcarse en el Evangelio para recuperar su amor primero, ese reino de justicia, de paz y amor. Y es imposible que sea justa una Iglesia gobernada solamente por hombres cuando, paradójicamente los templos están más ocupados por mujeres.

En mi trayectoria personal he descubierto que el Evangelio de Jesús y el feminismo como ideología política de la igualdad son una sola cosa.

Por ello, ojalá la fumata blanca que comunicará el famoso: “Habemus Papa” traiga un olor a cambio que posibilite una Iglesia más acorde a los tiempos y al Evangelio de Jesús de Nazaret.

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