La anual peregrinación rociera a Teror |
Teror y Andalucía están unidos en la historia y en el presente por muy diversos lazos que trenzaron, a través de los siglos, personajes, eventos ó efemérides muy diversas. En la actualidad esa relación se percibe de forma concreta en realidades como el patronazgo y devoción compartida a Nuestra Señora del Pino que tiene con la onubense ciudad de Niebla, con la que está hermanada desde hace ya muchos años y con la que ha protagonizado más de un encuentro enormemente significativo, o en la multitudinaria, brillante y colorista romería rociera a Teror que cada año trae, el tercer fin de semana del mes de octubre, a miles de peregrinos que subrayan el carácter mariano de esta histórica Villa grancanaria y resaltan su vocación de universalización en sus sentimientos y creencias.
Llega el mes de octubre y la Real Hermandad de Las Palmas de Gran Canaria, fundada allá por los últimos años de la década de los años setenta del pasado siglo, tiene desde aquellos ya lejanos días una de las fechas y eventos más señalados de su ininterrumpido, constante y fecundo calendario anual. Son los días en los que la romería y peregrinación a Teror trae a estos parajes isleños auténticos sentires de primavera. Es ese encuentro de los rocieros con la que también siempre han considerado su Madre y Señora, la grancanaria Virgen del Pino, que espontáneamente muchos denominan “Rocío Chico”, aunque esta no es una denominación adecuada, ya que el “Rocío Chico” es la peregrinación que anualmente, en el mes de agosto, realizan los almonteños para dar cumplimiento del voto sagrado realizado a la Virgen en 1813 si los libraba de un ataque inminente de las tropas francesas. Aquí en Gran Canaria lo que tenemos, y bien consolidado en el ser y sentir de rocieros y de miles de isleños que vienen a acompañarlos cada año, es la Peregrinación Rociera a Teror, una expresión mariana, cultural y de hermandad en el sentir entre Teror y Andalucía que se ha incorporado ya a las tradiciones y costumbres insulares de forma sólida y elocuente.
Apenas han culminado los días del estío, las fechas en que todos hemos celebrado con hondos sentimientos las festividades en Honor de la Patrona de Gran Canaria, cuando hermanos, amigos y colaboradores de la Real Hermandad rociera grancanaria ponen ya su sentir y su inquietud para que todos esté listo y apunto para ese tercer fin de semana de octubre, cuando el caminar se convierte para miles de personas en un auténtico itinerario nostálgico por las calles de la capital insular, por las sendas de Osorio, por las carreteras de Teror, por las vías y plazas de esta Villa Mariana.
Todo comienza muy temprano en el Cuartel de Aviación del paseo de Chil. Allí, arropado por romeros de a pie y a caballo, por autoridades civiles, militares y eclesiásticas, el Simpecado rociero preside la celebración de la Eucaristía con que se inician estas dos jornadas del peregrinar a Teror, y es testigo de la promesa e imposición de medallas a los nuevos hermanos. Luego el camino peregrino avanza por las calles de Las Palmas de Gran Canaria, una ciudad a cuya universalización ante millones de personas contribuye esta Hermandad desde el año 1977. A las doce, ante la que fuera Clínica del Pino, el rezo del “Ángelus” y una oración por los enfermos, una hora más tarde la Hermandad de Los Dolores de Triana recibirá a los peregrinos y su carreta del Simpecado ante su ermita marinera en el Parque de San Telmo. Parada y almuerzo de hermandad en el mismo camino hacia Teror. Acampada de pleno sabor, tradiciones y ritos rociero en el marco incomparable de la finca de Osorio; allí, cuando las penumbras umbrosas se imponen poco a poco sobre la masa boscosa, encendidos los cirios y prendidas las luces en los fanales que acompañan al Simpecado, comienza el rezo del Santo Rosario, luego, en torno a la candela, la noche será larga y la alegría en la familia rociera traerá el sonido del tambor, flauta y guitarra, junto al baile que las acompaña.
El Domingo comienza al despuntar el día, hay que estar preparados y todo a punto para, sobre las diez de la mañana, comenzar el camino que llevará a las mismas puertas de la Basílica de Teror a la una del medio día. Mañana de alegría, de cantes y bailes que hacen del camino auténtico regocijo y expresión de fervor. De nuevo, a la hora punta de las doce, el rezo del Ángelus cuando la carreta del Simpecado ya está sobre el viejo puente de entrada a la Villa. Entonces el estruendo de la traca de voladores señala a todos que la anual Peregrinación de la Hermandad del Rocío ya ha hecho su entrada oficial en la Villa Mariana de Teror. Cuando caballistas, romeros ataviados con los alegres y coloristas atuendos del traje flamenco, peregrinos muy diversos, y miles de personas que se agolpan en el entorno, llenan la plaza de Nuestra Señora del Pino la romería vive su momento culmen antes de comenzar la Eucaristía ante Nuestra Señora del Pino. Un año más se ha cumplido con la promesa, la devoción y el deber de estos buenos rocieros de peregrinan a su Madre y Señora.
De nuevo, en pocos días, estos caminos grancanarios serán un año más sendas de los rocieros y Teror renovará su vocación mariana más universal.
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