¡ES LA GUERRA! |
Los tristes acontecimientos ocurridos el 13-N en París han estremecido a la humanidad entera. Unos desalmados provocaron la muerte de más de un centenar y medio de personas,a sangre fría, dejando a su vez varios centenares de heridos. Fue un viernes muy duro para Europa, particularmente para Francia, la nación de las libertades y valores humanos como los ya consagrados de la “liberté, egalité y fraternité”. Lo más grave en estos tristes hechos ha sido la justificación de los asesinatos por parte de los yihadistas radicales quienes, con el odio en sus pupilas, anunciaban que lo hacían en nombre de Alá. ¡Mayor provocación e insulto a la inteligencia no cabe en cabeza humana! Tal es así que el propio Papa Francisco expresó su dolor y angustia por tales argumentos insistiendo que el utilizar el nombre de Dios para justificar tamaña violencia “es una blasfemia”.Ello ha provocado, reiteramos,la irritación no solo del mundo religioso, sino del amplio y diverso espectro de los agnósticos. Somos muchos los que nos preguntamos cómo el corazón humano puede idear actos tan horribles y llevarlos a cabo, amparándose en motivaciones de carácter religioso.
Muchos de esos terroristas son franceses, hijos de emigrantes de segunda o tercera generación, sorprendiendo cómo, a pesar de haber sido acogidos por Europa, en ellos ha calado el mensaje de muerte y odio del yihadismo extremista. Pero, ¿porqué lo hacen?.¿Por qué odian al cristiano y especialmente al judío?. En el fondo no hay una explicación racional de estas conductas a no ser por que odian nuestros valores occidentales que en su día nos condujeron a la libertad y el estado de bienestar, y eso con todos los defectos que podamos tener. No deja de ser un contrasentido y una incoherencia que estos grupos de fanáticos maten alegando el sistema de vida de los “infieles”, concepto en el que meten a todos los no crean en Alá y Mahoma, su profeta”.
Por otro lado la solución de este problema de la violencia yihadista no está en los bombardeos ni en el odio hacia ellos hasta su ex terminación. Hay que desterrar de nuestra sociedad actual el resabio y el resentimiento hacia el que no piense como nosotros. Sabemos que los propios musulmanes coherentes están indignados con este comportamiento irracional y de locura en el que se han asentado los seguidores del Estado Islámico y del Daesh.
El Dios en el que creemos los cristianos es un Ser del amor y de la entrega hacia los demás, incluso hacia los enemigos. Es el Dios que nos hace mejores, amantes de la vida y de la misericordia hacia todas las personas. Esta gente que se dice luchadores de Alá, no son ni Estado ni Islámico. Estos terroristas, muchos de ellos herederos de Osama Bin Laden, aquellos que han logrado incluso fagocitar a Al Qaeda, han logrado además trasladar su rancio lenguaje. ¡Cuantas veces se habla de inmolación para describir un atentado suicida! o ¡cuantas veces nos referimos a la yihad con la connotación religiosa que tiene, cuando simplemente es un atentado criminal, como los que acaban de producirse en París! Estamos ante un grupo,por decirlo llanamente, de carniceros cuyo objetivos están bien claros: crear un estado fantasma y desde ahí saldar lo que ellos denominan “deudas históricas” sembrando el miedo y el terror, con una crueldad difícilmente superable.
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