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APUNTE 29/09/2014

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Historias con alma

Por Nieves Ramos                                                                                                                                

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Llega el otoño, parece que fue ayer cuando queríamos sacar la ropa verano, ir a la playa, salir de vacaciones.Pero pasó, como va pasando la vida, los acontecimientos y nos encontramos con un inicio de estación fresco, lluvioso,  tormentoso.

Tormentoso en todos los sentidos. Si el tiempo meteorológico es fresco, no es así la actualidad nacional política.Estos días viendo las noticias, a veces más parecidas a El Caso, centradas en cuestiones políticas, la mayoría de ellas sin acuerdos entre quienes han asumido la responsabilidad de gobernar me preguntaba qué aportar de nuevo y sobre todo de interés a quienes escuchan Radio Teror y este Apunte, en su nueva andadura.

Y se me ha ocurrido  empezar con una historia de éxito, una de esas personas con las que me he encontrado en la vida, que no sale en los medios de comunicación, que no es famosa y que  es importante cuando se acercan las elecciones  para pedirle su voto.No voy a dar su nombre real porque en este caso no es importante, solamente me parece significativa su historia personal.

Llegó a la finca de  El Cerezo cuando tenía catorce años, su madre había muerto, su padre estaba sumido en su propia historia de desestructuración personal. El se encontraba “de prestado” en casa de una tía.  Estaba matriculado en un colegio de la ciudad pero lo de las clases, los libros, el estar sentado en un pupitre, le producía ronchas.

En este sistema educativo nuestro, quién no entra en el aro de estar sentado, o su cabeza y corazón están demasiado ocupados en sanar heridas, es un fracasado. Y eso pasó con nuestro chico. No iba a clase y esos absentistas tienen pocas salidas, son carne de cañón de una calle donde hay auténticos especialistas  en el trapicheo. Este chico recaló por la Finca, con una cara de angelito y no sin ciertas contradicciones con un sistema  que dice que tiene que estar escolarizado pero que pasa su vida expulsado.

Este chaval, llegó, se ha revuelto como gato panza arriba con su historia de dolor y abandono y empezó a hacer cosas que le gustan. Pasó por el Centro de Día, consiguió entrar en la empresa de inserción, salió cuando consiguió los objetivos a una empresa ordinaria y supo lo que es estar en el mercado laboral haciendo horas a tutiplén, que lo despidan porque no se ajusta al perfil pero que lo llamen para trabajar en negro haciendo horas sin parar.

Ahora es cocinero en la Asociación, le gusta la cocina y se está formando para ello. Ha sacado el carnet de conducir y ha hecho varios cursos de animación sociocultural  y animador de tiempo libre. Toca la trompeta en una banda de música y sigue peleándose para sacar el graduado en ESO. Tiene novia y le queda una tarea pendiente: independizarse, no sentirse de prestado y aprender que el agradecimiento no está peleado con la autonomía.

Es una historia de poco papel couché, pero de enorme satisfacción porque es real.

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