Un poquito de por favor |
Esta mañana bromeaba con mis compañeros y compañeras de trabajo sobre el estado físico que llego con estos calores. Creo que me quedan dos neuronas sin achicharrar en este verano que llegó tardío pero con fuerza.
Vivo en una calle ruidosa de por sí a la que se le añaden obras, con martillos pilones, que taladran mi cerebro desde primera hora de la mañana y continuando todo el día combinándolo, eso si, armoniosamente con las sirenas de las ambulancias, bomberos y policías, que han elegido mi calle para hacer prácticas.
Por eso, cuando además de este estado físico leo la prensa, pido un poquito de por favor y sueño con encontrarme cerca del estanque de los patos, en mi refugio de Osorio, cargador de pilas natural.
Pero hija como soy del deber y la obligación, quiero dedicar este apunte a la necesidad de frescura que necesito en esta época del año y a la hartazgo que me producen los muchos frescos que hay en este país.
Me gusta incluir en el relax del fin de semana la lectura tranquila de la prensa, que en esta ocasión ha estado marcada por los mensajes en directo o en diferido.
Pero no quiero a hablar de esos sms sino de otros, de esos que mandamos a nuestros amigos y amigas para comunicarnos las buenas nuevas, para felicitarnos por los éxitos conseguidos, para alentarnos en nuestros proyectos, porque hoy necesito, para poder nutrir a mis dos neuronas activas y a mi corazón, creer en el ser humano, en sus bondades y sus posibilidades y unirme al anuncio de Aquarius, y perdonen que haga publicidad, porque en algún momento la gente buena seremos capaces de hacer que salgan de la política los trepas, quienes se han olvidado que la democracia es el gobierno del pueblo y el ejercicio del poder un servicio a la ciudadanía y no a su propio interés.
Por eso, hoy quiero agarrarme a toda la gente buena, noble, trabajadora y entusiasta que conozco para empezar la semana y terminar, con garbo y alegría las dos que me quedan de este curso y poder descansar.
Y quiero simbolizarlo en mi amigo Antonio Villar Ramos, una persona que he conocido en las redes sociales, tan hermosas cuando se utilizan para construir, que acaban de ascenderlo a comandante, es el amigo de mayor graduación que tengo, pero su mayor mérito es saber unir el mando con la poesía, el servicio con la defensa de las personas más débiles y hasta con el perro cojo, al que evitó su muerte segura convirtiéndolo en su amigo de correría.
Esta es la gente a la que quiero hoy reconocer y agarrarme para desearles un feliz inicio de semana.
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