Convento de las Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia
Situado en la ruta de la carretera de Teror a Arucas, el convento Scala Coeli de las Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia de Teror se fundó en 1925, siguiendo las trazas del arquitecto Laureano de Armas Gourié (1890-1947). El edificio dispone de distintas dependencias que hoy en día son utilizadas para retiros espirituales y concentraciones de carácter religioso. Durante muchos años, también cumplió las funciones de centro de enseñanza. Del conjunto sobresalen las balconadas y los amplios corredores, así como su cuidada zona ajardinada interior. Su zona más alta se corresponde con la denominada montaña de la Atalaya. Desde allí, el visitante puede disfrutar de unas magníficas vistas de la Villa de Teror y de buena parte de la capital de la isla.
Para regir la comunidad fue elegida en calidad de priora la religiosa María Jesusa del Niño Perdido, una de las cinco fundadoras ―junto con la Madre Sor María del Pilar de la Anunciación (primera superiora de la congregación), Sor Concepción, Sor Natividad y Sor Josefina― llegadas a Gran Canaria en 1891 de la mano del obispo Padre Cueto. La sustituyó en el cargo la Madre Imelda de Lambertini, quien en 1934 fue elegida cuarta superiora general de la Congregación de Religiosas Dominicas de Canarias, siendo además la primera religiosa isleña en ocupar tal cargo. Al igual que ocurre con el monasterio cisterciense de Teror, apenas se sabe nada sobre las biografías de las prioras y religiosas del convento dominico, que en la década de 1930 llegó a contar con medio centenar de monjas. De algunas de las primeras religiosas del convento naturales de Teror, sólo conocemos sus nombres de su profesión o de toma de hábito. Nos referimos a las monjas Margarita de la C. de Espinas (ca. 1873), Marta de Jesús (ca. 1909) y Cecilia de la Purificación (ca. 1902). Anteriores a éstas, ya en 1894 pasaron a formar parte de la orden dominica las terorenses Dña. Juana Quintana Domínguez (Madre Teresa) y Dña. María José Pérez Montesdeoca (Sor Estela).
Aunque poco conocidas, el edificio conserva algunas piezas de arte dignas de mención, de las que destacamos el lienzo que recrea la expulsión del Paraíso de Adán y Eva, obra del pintor Juan de Miranda (1723-1805).
En el mismo solar que hoy ocupa el convento, se levantó la desaparecida ermita de San Matías, durante el siglo XVI. En ella, durante un tiempo, recibió culto la imagen de Ntra. Sra. del Pino, durante el tiempo en que duraron las obras de construcción de la segunda iglesia parroquial, abierta al culto a comienzos del siglo XVII.