Churrería de Pedro Quintana y María Ramírez
A Pedro Quintana Rodríguez, conocido como «Pedro el churrero», y a su esposa María Ramírez se les atribuye la apertura de la primera churrería de Teror. Pedro Quintana comenzó su actividad elaborando churros de manera ambulante, vendiéndolos con motivo de las fiestas patronales de los diferentes pueblos y localidades de Gran Canaria. A mediados del siglo XX estableció su negocio de manera definitiva en Teror.
A instancias del Ayuntamiento de Teror, instaló un puesto ambulante o ventorrillo junto a la Basílica del Pino. Posteriormente, su negocio fue cambiando de sede, primero junto al desparecido quiosco de la Alameda, y luego, en la planta baja de la casa adjunta a la Finca de Sintes, tras su adquisición por la corporación local. Los churros de «Pedro el churrero» formaron parte de la oferta gastronómica y del paisaje sensorial de Teror durante todos sus años de actividad, y fueron muy apreciados por todas las personas que acudían a la Villa Mariana.
Pedro Quintana Rodríguez compaginó la elaboración de churros con la de turrones canarios, un oficio que aprendió de su suegro, el maestro turronero Antonio Ramírez Asencio. Precisamente, su suegro fue un miembro destacado de la familia Ramírez, conocida con el apodo de «los Galindos», dedicada de manera especial a todos aquellos oficios relacionados con las fiestas, como el de herreros, turroneros, hojalateros y feriantes.