Casa de la Diputación

La Casa de la Diputación estuvo ubicada a un costado de la Basílica, en la actual Calle de la Iglesia Chica. Autor de la fotografía: Desconocido (ca. 1880-1900). Propiedad: FEDAC-Cabildo de Gran Canaria.

Retrato de D. Bernardo Henríquez. Autor de la fotografía: José Gutiérrez (ca. 1880-1900). Propiedad: FEDAC-Cabildo de Gran Canaria.

La Casa de la Diputación sirvió como lugar habitación y descanso a los miembros de la Diputación Capitular de la Catedral de Santa Ana. Esta diputación estaba constituida por un prebendado o presidente, un canónigo y un racionero, a los que acompañaban los cantores e instrumentistas de la capilla de música de la catedral. Su función era de la de solemnizar las Fiestas del Pino, celebrando los oficios religiosos y encargándose de la música. A cambio, la parroquia de Teror debía proporcionarles alojamiento y manutención, además de un cuarto de carnero, una carga de leña y los caballos para su traslado desde Las Palmas. Finalizada esta costumbre, su lugar fue ocupado por la Banda Municipal de Teror, que, aunque creada de manera oficial en 1885, ya venía solemnizando las fiestas desde al menos la década de 1860.

Como ya se encargaron de indicar Lothar Siemens e Isabel Saavedra, la primera noticia que se tiene sobre licencias concedidas a los músicos de la catedral para ir a atender la solemnidad de las Fiestas del Pino, data del 4 de septiembre de 1620. En ese año el canónigo Baltasar Fernández Castellanos solicitó apoyo capitular para acudir «a la fiesta de Nuestra Señora de Teror del Pino Sancto», lo que se acordó, añadiendo que «también vayan los músicos». A partir de entonces se instaura la costumbre de acudir a Teror para organizar el ornato de sus fiestas patronales, con asistencia de un escogido grupo de cantores e instrumentistas, elegidos por el correspondiente maestro de capilla. Su estancia en la Villa era de tres días, como queda reflejado en muchas de las actas capitulares de la catedral.

En 1866 fue adquirida por D. Sebastián Henríquez. Se trataba de un inmueble de una sola planta, sobre el que, en 1880, se reedificado dos viviendas conocidas con los nombres populares de las casas de D. Sebastián y D. Bernardo, como indica el desaparecido cronista Vicente Hernández Jiménez.