Un paseo por las aulas
Por Maribel Naranjo
Colorido, movimiento, alegría. Así fue el recibimiento que tuve cuando pisé el primer peldaño de ese edificio, de incalculable valor, que es la enseñanza.
Me asomé a una de las aulas: ¡cuánta vida, cuánto entusiasmo, por parte del profesor y de los pequeños de tres años!, normas compartidas, la cultura en la música y el lienzo, en el vocabulario que van conformando… En medio del aula, unas diminutas butacas, formando un círculo, me recordaron a Los Caballeros de la Tabla Redonda , pues en ellas, se sientan para constituir su asamblea y debatir sobre el cuento que acaban de oir u otros temas de interés para ellos.
Subo al segundo peldaño y me introduzco en algunas aulas de infantil, en las que disfruto y admiro la intensa labor que desarrollan estos entusiastas “albañiles”, siempre activo, los cuales ponen en manos de sus aprendices las herramientas necesarias para continuar dando forma a la estructura de ses gran Edificio: educación, solidaridad, respeto, las materias que les ayudarán a conseguir autonomía y valores: valores que comparten con el resto de los grupos en actividades comunes y que, luego, llevarán a casa, a la Sociedad.
Y, así, continúo ascendiendo por los distintos peldaños de Primaria. En los que ya observo, no solo ese ambiente vivo repleto de actividades, de niños que manejan con naturalidad las nuevas tecnologías (esa pizarra digital en la que dos pitusas me mostraron una habilidad y conocimientos que para mí quisiera) sino, además, la atención individualizada para los aprendices que requieren más dedicación; pues no manejan -con facilidad- las distintas herramientas que deben utilizar en la parcela que les han asignado.
¡Qué gozada la canción en inglés, con la que me obsequiaron, en una de las aulas, bajo la batuta de una profesora de la que emanaba ilusión, ilusión que transmitía a sus alumnos junto a una exquisita pronunciación!
Este Edificio, como todo edificio que se precie, cuenta con los planos, los intercambios de opiniones, las rectificaciones o ampliaciones que sus “arquitectos” -periódicamente- comparten para que ni una sola grieta pueda dañar su gratificante, aunque, a veces, difícil labor.
Y me cuentan, ilusionados, el próximo “Encuentro con el autor”, actividad por la que distintos niveles se implican leyendo e intercambiándose los libros sobre los que debatirán y prepararán sus preguntas y críticas, positivas o negativas, para el autor; ya que se expresarán con total libertad. O las siete obras de Teatro que pondrán en escena durante el mes de Mayo. (Otras formas de revestimiento para esa estructura ya avanzada.)
Siguiendo mi ascensión, atravieso la amplia Antesala. En ella tengo que estar muy pendiente para que no se me escape nada del trasiego que allí se produce : alumnos que vienen sudorosos después de la clase de Educación Física; otros, luciendo sus dotes para el canto o el ritmo con diversos instrumentos musicales, un grupo que espera a su profesora de Religión…
Me acerco a una original puerta (que representa la de un cuento) y, con cierto pudor, toco y entro ¡Es la Biblioteca!, lugar sagrado en la que un profesor intenta que sus alumnos lean, se enamoren de la lectura y la valoren; algo que él (al igual que otros compañeros que culminan la Primaria) saben hacer de forma brillante, pues tienen las herramientas adecuadas, los ecursos- para esa y otras materias- con los que poder completar el recorrido que comenzó en el primer Peldaño y que los llevará hasta la Sala Principal del mismo.
¿Y qué decir de esa ala del Edificio que construyen esos otros “albañiles”, en los distintos barrios, de forma -quizá- más anónima; pero no por ello menos eficaz y sacrificada, encauzando (con las herramientas a su alcance) a los pequeños aprendices que también van colocando su granito de arena, indispensable para la Gran Obra ?
Me decían los profesores que, en general, se sienten apoyados, valorados por los padres, por el pueblo; aunque con excepciones.
“Yo, a esas excepciones, que sólo ven -egoístamente- “ los días de vacaciones, los días libres en Carnaval; o a los que meten en el mismo saco a quien comete algún fallo con los restantes, que están siempre AL PIE DEL CAÑÓN, les digo: asómense a las aulas y comprueben la maravillosa labor que en ellas se realiza. Y a esto, añadan las horas de dedicación en casa revisando, puliendo todo el material para que esté en perfectas condiciones cuando lo pongan en las manos de sus pupilos.
Y, por último, a Las Grandes Instancias, preocupadas por el cambio de programaciones, la cumplimentación del papeleo, sólo papeles, les pido que se den un paseo por las aulas, que vivan en su interior el día adía, que valoren hechos y no lo que contiene el papel( que lo aguanta todo ). Y, de forma especial, que estimulen al Profesorado para que nada, nadie haga resquebrajar esa hermosa y -a la vez- delicada obra que
es LA ENSEÑANZA, LA EDUCACION.
Sin duda, a esta PINCELADA de hoy le faltan algunos trazos, trazos que serán plasmados en una próxima ocasión.
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