La presencia aborigen en el Valle de Teror
Por José Luis Yánez
Todos los investigadores que han estudiado el poblamiento aborigen de la isla de Gran Canaria antes de la conquista castellana dejan bien evidente la utilización por la población canaria del territorio terorense, y en concreto del lugar de Guanchía, para usos casi exclusivamente pastoriles y de recolección de distintos productos en el bosque de laurisilva que cubría prácticamente toda la comarca. La necesidad de un trabajo bastante laborioso en la preparación del terreno hacía poco rentable la dedicación agrícola de estos lugares boscosos para los primeros pobladores de la zona. No obstante, los aborígenes encontraban en la laurisilva unos correctos complementos a su alimentación de leche, gofio y carne: frutos, tubérculos, raíces y semillas silvestres, por lo que la ubicación del poblado troglodita de Guanchía, al borde mismo de la zona boscosa y junto al valle del Palmar, era excelente si no para todo el año sí para ocupaciones periódicas.
Por ello, en la parte alta del territorio palmarense fueron los márgenes del bosque las zonas de mejor aprovechamiento para los canarios prehispánicos. Para los ganados de cabras y los cochinos que pastaban en libertad, tanto estas áreas limítrofes con la laurisilva como el fayal-brezal que cubría gran parte del barrio ofrecían unas amplias posibilidades para su alimentación.
Precisamente en esta zona, en las estribaciones de la llamada Montaña de Riquianes y la ladera rocosa que desde ella va descendiendo hasta el barrio aruquense de Santidad existió desde tiempos aborígenes un aprovechamiento ganadero del que nos habla el topónimo de las Gambuesas. Este ganado pastaba por toda la zona, incluido lógicamente el valle del Palmar, y periódicamente se recogía en las apañadas que llevaban a cabo los canarios. Cerca del lugar existía además una santidad, que así llamaban a los parajes utilizados por los aborígenes como refugio para ellos y sus ganados en caso de enfrentamientos, que redundaría en reseñar aún más la dedicación ganadera de toda la zona en tiempos anteriores al poblamiento. Por documento de 1517 ya conocemos referencias a este lugar en una solicitud de tierras presentada ante el Cabildo de la isla por Juan de la Rosa:
“Generoso señor e muy virtuosos señores, Juan de la Rosa vezino desta çibdad beso las manos de vuestras merçedes a las quales suplico me agan merçed de un pedaço de tierras de granadillar que es en unas laderas que estan frontero de la Santidad que dizen en los lomos de Arucas por donde salen a la montaña de mi suegro Enrrique Yanez e de Lazaro Martín…”
Además, también recolectarían los frutos producidos por el palmeral como complemento a su alimentación, con lo que Teror sería transitado por los aborígenes del poblado de Arehucas y los del cantón o tribu del que éste era cabecera, así como los que esporádicamente pudieran ocupar las cuevas de La Peña, Guanchía y el Lomo de los Silos. En este sentido, existe una pequeña pero importante referencia documental que podría aclarar bastante el posible uso del territorio terorense como vía de tránsito en la trashumancia pastoril. En 1547, en el testimonio que García de Vergara hace ante el Cabildo de la isla para determinar su derecho sobre unas colmenas pretendidas en litigio por otro vecino de Gran Canaria, éste ubica el colmenar objeto de la disputa (que se encontraba junto a las cuevas de La Peña) situándolo en las cercanías de un tipo de antigua construcción de los aborígenes canarios, dato que no hemos encontrado en otra documentación consultada sobre la zona:
“Magnificos señores, Garçia de Vergara hijo de Cristóbal de Bergara que gloria aya besso las manos a vuestras señorias e digo que yo di petiçion a vª sª suplicamosle que me diesen titulo de çierto colmenar que esta en el Palmar en los Cassarones que le tuvo e poseyó mucho tiempo mi padre…”
La utilización por parte de los aborígenes de los caserones mencionados, término con que se nombraban las edificaciones de tiempos prehispánicos que aún permanecían después de la conquista, podría tener una triple explicación: por un lado pudieran haber servido de simples cabañas para recoger los ganados; también como lugares de habitación para los canarios, que complementarían el uso de las cuevas cercanas en los momentos en que se hizo necesario el aumento del espacio habitable; o, tal como estimamos más probable, porque estos caserones, casas o cabañas fueron el habitat propio de la población pastoril durante los períodos de trashumancia impuestos por la economía ganadera.
De cualquier manera, esta noticia es de gran interés porque nos viene a indicar la existencia de esa ruta claramente perceptible desde el poblado prehispánico de Arucas y su comarca en dirección al bosque a la que hemos aludido anteriormente; y además sería la confirmación de la utilización como lugar de vivienda desde tiempos anteriores a la conquista de un enclave tan importante para la historia de El Palmar como es La Peña, por lo que de significativa tiene su situación y su significación socio-religiosa.
Por tanto, es en este lomo montañoso que cierra el valle del Palmar por el sur y que va desde Guanchía hasta el Barranco del Pino donde se han encontrado los más claros vestigios de la presencia aborigen en la zona. Los ya mencionados topónimos de Guanchía o Lomo de los Silos, de gran antigüedad, señalan esta presencia; y la multitud de cuevas y pequeñas oquedades que cubren toda la superficie de este extenso lomo en su vertiente hacia el Barranco de Teror son claros indicadores de ello.
Desde el poblamiento de Guanchía, La Peña, o las mismas Cuevas del Solapón en El Palmar; hasta las Cueveras de Tenoya, pasando por las Cuevas de Las Caldereras, en el barranco de Lezcano se localizan varios conjuntos arqueológicos de gran interés e importancia pese a que el tramo alto de dicho barranco se situaba ya en pleno dominio del bosque de laurisilva, el llamado Bosque de Doramas.
El cronista Andrés Bernáldez nos habla ya de un poblado aborigen que llamaban Aterura en el momento de la conquista castellana; poblado que algunas hipótesis sitúan en las cuevas de Guanchía por su idónea ubicación y no existir pervivencias arqueológicas de otros conjuntos que pudieran atribuirse tal designación. Los restos encontrados en la zona, como el molino naviforme que se halla en el Museo Canario y que fue descubierto en 1978 por un equipo dirigido por don Jesús Cantero, o un cráneo humano procedente del mismo lugar (10), nos reafirman en la importancia de estos riscos para la población anterior a la llegada de los conquistadores.
La parte superior del cantil de Guanchía se nombra como Lomo de los Silos, topónimo que ya aparece en 1531 en las Ordenanzas del Concejo de Gran Canaria y acredita su probable utilización para el almacenamiento de los frutos de las cosechas, posiblemente en las oquedades de menor tamaño que aparecen por todo el Lomo.
Lo que sí se evidencia por lo dicho es la segura ocupación por los aborígenes de toda la zona antedicha, por situarse en un área idónea de aprovechamiento ganadero y recolector; la existencia de áreas de poblamiento y de rutas de trashumancia pastoril y la evidencia de ser con toda seguridad la zona del municipio de Teror en que con más argumentos puede situarse la ubicación del pequeño poblado que dio nombre al mismo: Aterura.
¡Saludos a los radioyentes!
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