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APUNTE 14/03/2012

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Antonio Naya y el tiempo, antes
Por
Sebastián Sarmiento

A dos semanas escasas de llegar la primavera, puede decirse ya que este invierno no ha sido lluvioso. Es más, alguien ha dicho que Gran Canaria, las islas todas, han vivido el invierno más seco de los últimos 60 años. De verdad, ha sido una estación invernal bastante anómala. De pequeño, cuando vivíamos en Teror recuerdo inviernos muy lluviosos; también los recuerdo secos, con pocas precipitaciones. Pero como éste invierno de 2011-2012, creo que no…

Los datos de la Agencia Estatal de Meteorología respaldan esta sensación general de que estamos atravesando un invierno muy seco,  en el que las temperaturas se han movido por debajo de lo habitual, al tiempo que con unas  diferencias claras en precipitaciones que han llegado a poco mas de seis litros de media frente a los 30 que se esperaban para esta estación.

Los agricultores de las medianías lo han pasado mal; mejor, lo están pasando muy mal para poder llevar el agua a sus cultivos. En ese sentido la esperanza parecía llegar el pasado 16 de febrero, con la aproximación de una vaguada a las islas, que sin embargo no llegó a los 20 litros por metro cuadrado en ningún punto del Archipiélago, con lo que el mes mencionado tampoco ayudó a mejorar las cifras que convirtieron al pasado diciembre como el más seco desde 1951, aproximadamente.

Los datos de la Agencia Estatal de Meteorología no pueden ser mas descorazonadores para los hombres del campo: desde ese departamento se evalúa el déficit de lluvias de este año agrícola en un 80 por ciento, más o menos. Los hombres del tiempo se remontan al invierno de 1954-1955 para hallar el último de parecidas características. Se insiste  en que hay que recordar que ese año de 1994 fue el más seco en 60 años, desde 1951 a 2011, todo lo cual permite considerar las cifras de este año como malas.

Los agricultores de las medianías tenían la esperanza de que en este mes de marzo ocurriera lo mismo que en el 94, ya que en ese mes se vino a aliviar un poco la sequía, aunque tampoco fue para tirar voladores ya que ese invierno terminó con un 70 por ciento de déficit hídrico. De no registrarse lluvias importantes antes de que termine marzo, bien pudiera batirse la marca del año histórico ya mencionado.

En tiempos de nuestra niñez y adolescencia, recordamos la figura del meteorólogo Antonio Naya  en el que no pocos agricultores de la comarca terorense tenían puestas sus esperanzas, ya que este hombre acertaba casi al cien por cien en sus predicciones. Aún recordamos sus intervenciones en Radio Atlántico cuando con su peculiar acento  catalán se dirigía a los agricultores de la provincia, indicándoles las probabilidades de precipitaciones sobre las islas de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. Eran unos tiempos en los que la economía familiar dependía de los cultivos y de la tierra. Así que nuestro “hombre del tiempo” nos hablaba de las borrascas atlánticas  como origen de futuras lluvias o del anticiclón de las Azores, como tiempo seco y de escasas precipitaciones.

Antonio Naya fue uno de los primeros “hombres del tiempo” que despertaron el interés por la Meteorología en Canarias. Fue heredero de la llamada “meteorología romántica”, donde la observación y un cultivado sexto sentido se imponía a la instrumentación y a los primeros avances técnicos. Pertenecía a la saga de hombres del tiempo en sintonía con la naturaleza que han dejado un  legado documental de alto valor científico y pedagógico, fruto de años de experiencia e infatigable dedicación investigadora de los fenómenos atmosféricos.

En su estancia en Canarias, y más concretamente como Jefe de la Oficina Meteorológica del aeropuerto de Gran Canaria, simultaneó las tareas de predictor con la de comunicador, tanto en radio como en prensa, donde emitía  a diario sus pronósticos. Sus intervenciones en la desaparecida Radio Atlántico le hicieron muy popular en todas y cada una de las islas, sobre todo en la década de los 50, época en que la agricultura y la ganadería eran la  principal fuente de riqueza de la provincia por lo que había que mirar mucho al cielo.  Importante fue su predicción de un día del  mes de enero de 1957 en la que había anunciado un fuerte temporal de agua para toda Canarias en la que indicaba a la población que extremara las precauciones porque había riesgo evidente de grandes precipitaciones, lo que provocaría una gran alarma social. Tanto es así que el entonces General de la Zona Aérea de Canarias le estuvo buscando para darle una reprimenda cuando se enteró del susto de la gente. Al parecer  aquel día llovió en todas las islas de forma torrencial, registrándose una intensa riada en  Las Breñas, isla de La Palma, que provocó, desgraciadamente, decenas de muertos. Ello le salvó de las iras del general.

Hablando de lluvias fuertes, aun recuerdo aquellos inviernos fríos y crudos en Teror. En aquellos tiempos los chiquillos de entonces acudíamos a la Fuente Agria, a la “fuente chica” a recoger agua para la familia. En una de las ocasiones, llovió tanto que el Barranco de Teror iba de lado a lado, siendo necesario que los hermanos mayores nos ayudaran a atravesarlo “a la pela”, con riesgo de tropezar en alguna de las piedras y caer al agua. Gracias a Dios, nunca pasó nada. Hoy recordándolo, nos reímos de aquellas anécdotas infantiles…Hoy ni llueve, ni los chiquillos van a la Fuente Agria…Sin duda alguna los tiempos han cambiado.

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