Otra realidad es posible |
Las ultimas semanas, Cataluña ha acaparado buena parte de la atención informativa. La convocatoria de elecciones anticipadas y el econtronazo del gobierno de Athur Mas con el Gobierno Central, han provocado numerosas reacciones, entre la población autóctona y el exterior.
Siempre he considerado al pueblo catalán maduro y solidario, por eso, confío en quen sepa resolver esta sitiación con inteligencia.
Hoy estoy en Barcelona, he participado durtante el fin de semana en la Primera Feria de Economía Solidaria, organizada por diferentes organizaciones que trabajan por una sociedad más justa, equitativa, solidaria y sostenible.
Hemos hablado poco de independencia y mucho de cultivo ecológico, de nuevos intrumentos de financiación ética, como Cop 57, Fiare, de cooperativas de enseñanza, artesanía, comercio justo. En definitiva de una sociedad más inclusiva y respetuosa con la diversidad.
De este evento, de la capacidad que tiene Cataluña para crear nuevas alternativas apenas se ha hablado en los medios, aunque la organización haya conseguido movilizar a bastantes de ellos.
Yo me siento en la necesidad de hacerlo visible porque valoro su capacidad de trabajo, la creatividad de su gente para crear nuevas redes solidarias, sostener movimientos sociales reivindicativos e incluso agarrarse a una bandera, simbolo de lucha, para hacer frente a una crisis, que siembra desilusión en el camino, con el aumento del paro, la condena rápida a quienes protestan pacificamente, mientras los culpables de este desaguisado, siguen paseandose libremente por el país, enfundados en sus trajes de marca.
Quiero creer en que otro mundo es posible desde el crecimiento de estos proyectos, vinculados al territorio, sostenibles con el medio ambiente, que requieren del compromiso personal y colectivo. Esto supone establecer criterios, completamente diferentes, a los establecidos ultimamente, entre los que destacan, el enriquecimiento a corto plazo.
Solamente esta movilización ciudadana, comprometida y pacífica será capaz de hacer entender a la clase política, a menudo ocupada en su propia supervicencia, que necesita cambiar de rumbo y ponerse al servicio de la mayoría, desencantada con su gestión.
Las miles de personas, que pasaron este fin de semana por la fábrica de los hilos se llevaron, junto al queso ecológico, el vino de la cooperativa o los folletos de las numerosas asociaciones vinculadas al territorio, motivos más que suficientes, para creer en otra realidad posible.
Esta ha sido al menos mi experiencia que acrecienta el deseo personal de seguir generando espectativas movilizadoras, desde la responsabilidad personal y colectiva, que haga frente a una sociedad que ve desmoronarse, como un castillo de naipes, su consolodado estado del bienestar
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