Iconoclastia. Menú del día |
Los canarios, que además somos los que menos cobramos de España, vivimos al borde del abismo de la crisis económica y actuamos como funambulistas a punto de caernos al precipicio donde no hay ni una decente red asistencial que nos sirva de protección.
Cuando Lula llegó a la presidencia de Brasil se propuso que toda su población, con grandes desequilibrios de clase y recursos, al menos pudiera hacer tres comidas al día. En Canarias hay muchos paisanos que no pueden.
Los colegios públicos están llenos de niños que llegan sin desayunar y que solo mastican algo caliente una vez al día, precisamente en el comedor escolar que cada vez más se convierte en un artículo de lujo impagable para muchos padres desempleados y marginales.
El riesgo de pobreza en las islas supera en doce puntos la media estatal, Cáritas no da abasto, los bancos de alimentos no dan avío, en las plazas se amontona gente con pinta de zombi que rebusca en los contenedores de basura y en las escalinatas de las iglesias los pobres se disputan un sitio desde donde mendigar cincuenta céntimos para comprar una barra de pan.
La clase media, que antes miraba displicente a los desesperados que enseñaban un cartón aderezado de pésima ortografía pidiendo ayuda por caridad, ahora compra rotuladores para imitarles porque el subsidio del paro se acaba y no tiene nada que llevarse a la boca.
Mientras todo eso ocurre cada día, el Gobierno de Canarias gasta 1,2 millones de euros en 2.800 líneas de telefonía móvil. Eso fue el año pasado, pero ha reducido la factura un 20% con respeto al anterior, lo que dice mucho de la sensibilidad de nuestros gobernantes, que son capaces de recortar sus llamadas para que los desarrapados dispongan de mendrugos con que alimentarse. Es el chocolate del loro que también alimenta a los menesterosos.
Para que todo no sean malas noticias, nos acabamos de enterar que Las Palmas de Gran Canaria es la ciudad vial más segura de España porque en nuestras calles se producen menos accidentes de tráfico. Normal. Hay gente que no saca el coche porque no tiene dinero para ponerle gasolina. El resto ha tenido que venderlo para poder sobrevivir.
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