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APUNTE 22/10/2012

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Terrazas para el Encuentro
Por
Maribel Naranjo                                                                                                                               

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Hace muchos años, estuve en Sevilla disfrutando, durante unos días, de esa bonita ciudad. A la hora del aperitivo o de la cena, nos sentábamos en las terrazas, abiertas en plena calle, y degustábamos un exquisito «pescaíto frito» con unas cañas, mientras admirábamos el paisaje sintiéndonos relajados, felices; rodeados de gente que transformaba aquellos rincones en salas de estar y que nos invitaban a formar parte de aquel ambiente familiar.

Al llegar a Teror, aún conservábamos la miel en los labios y las acogedoras terrazas en nuestra retina… y comentábamos lo maravilloso que sería tenerlas aquí, en nuestra villa.

Imagínense mi sorpresa, mi alegría, cuando, transcurridos unos cuantos años, salgo un día a la calle, llego a la plaza y me encuentro una terraza que me invita a sentarme, me desafía a que borre de mi mente las que dejé en tierras peninsulares y saboree las de nuestro pueblo.

Y surge otra, y más adelante otra, y otras, que no sólo dan vida a ese bonito y entrañable -como es el que rodea la Basílica- sino que nos proporciona momentos tranquilos, divertidos o de encuentro, especialmente de ENCUENTRO.

Si te sientas en la del Muro Nuevo a tomar un cortado o un café con hielo, mientras lees el periódico (amablemente ofrecido por su dueño) disfrutas de un momento íntimo o de una soledad buscada, interrumpidos cuando levanto la cabeza y saludo, sonriente, a los conocidos que transitan por la calle Real. Algunos de ellos me lo de vuelven con un ¡qué bien vives!, asimismo puedes observar la entrada al pueblo de foráneos que nos visitan y los coches que entran o salen; pués es un observatorio ideal.

En la plaza, ya es como tener reservado el palco presidencial para que comience la función: el desfile de invitados a una boda, la llegada de los novios, los turistas que admiran la belleza de la calle Real de la Plaza, con sus característicos balcones, y el colorido que las casas imprimen a la misma, contrastando con el gris de los adoquines o la especatcular fachada de la Basílica. En sus cámaras plasman toda la belleza de este paisaje singular para mostrarlo al volver a casa.

También se encuentran otras terrazas, ubicadas en lugares más recogidos, como las de la calle de la Diputación, la instalada a los pies del antiguo Casino o las de la Plaza de Sintes, en las que las familias con niños pequeños, pasan largas veladas tomando algo, hablando, reecontrándose con la época de hastío… y sin peligro para sus niños, pués campean a sus anchas mientras se divierten con la pelota, las bicicletas, el skate o simplemente, juegan a la cogida.

En todas ellas, te tratan con deferencia ofreciéndote las mejores muestras de su arte culinario o lo que a tí te apetezca.

Y, además, si quieres que los rayos de sol acaricien tu piel o alivien tu sufrida espalda, cierras las sombrillas. En el caso contrario las abres. De todas formas, te vas a sentir muy a gusto. Llegan a formar parte de tu vida, pues te sacan de la rutina y permiten que te evadas, aunque sea un ratito, de los acuciantes problemas que nos inquietan.

Pero, sobre todo, las terrazas son un lugar de encuentro. Encuentro con viejos amigos o amigos nuevos (que haces gracias a ellas) y con los que comentas la actualidad, recuerdas vivencias y amistades de otra época; te ríes y gozas con el intercambio de anécdotas y, además, les animas y compartes sus problemas. Y, lo ,más importante, aprendes escuchándoles y los valoras desde otra perspectiva.

No obstante, tengo que resaltar que este paisaje idílico está enmarcado por otros elementos que completan su decoración: los bancos. Bancos que embellecen, bancos que alivian a más de un visitante que patea el pueblo para apreciar sus peculiaridades; bancos, en los que algunos vecinos se sienten encantados leyendo, hablando con amigos y conocidos o, simplemente, tomando el sol.

¿Y esas otras «terrazas» que conforman el interior de otros bares y cafeterías? también constituyen un confortable espacio para encontrarse.

Asómate, a través de ellas, para que aprecies, constates, cómo nuestro entorno ha dejado de ser lugar de paso para convertirse en lugar de ENCUENTRO.

 

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