“Donde se tratan las consecuencias del que
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Como en esto de saber ser comedido, muchas veces nos pasamos o nos quedamos cortos, es verdad que las Fiestas del Agua, celebradas tradicionalmente en Teror (no debe olvidarse,… es historia) en honor y agradecimiento a la Santísima Virgen del Pino; han sido en ocasiones (muchas) de rogativa para pedir que cayera del cielo el mantenimiento de los que aquí abajo malamente subsistíamos, pero otras han sido para pedir, literalmente, que el desagüe de las nubes parara ya,…por misericordia de Dios.
Ha habido muchas de estas ocasiones a lo largo de la historia de la isla, en que los temporales han devastado con todo lo que a su paso se encontraba. Una de ellas es la que paso a detallar. En la noche del cinco al seis de enero de 1766 se produjo uno de los temporales con mayor fuerza que recuerda la historia del archipiélago canario: el temporal de Reyes.
En toda la isla los estragos fueron enormes; los barrancos arrastraron todo lo que encontraron a su alcance y los grancanarios padecieron una de las catástrofes climáticas de mayor envergadura desde la conquista. Casas, fincas, el puente de Las Palmas, fueron arrasados por el empuje de las aguas. En Teror, en concreto en La Laguna de Valleseco, fallecieron días después ahogados en la propia laguna formada por las lluvias, dos jóvenes del lugar: Asencio Yanes y Francisco Romero (1).
Sobre el Pico de la finca de Osorio cayó en mitad de la tormenta un rayo de tal magnitud que partió un lateral de la Montaña de Vergara y provocó el derrumbe del terreno, lo que favoreció que toda la lluvia caída arrastrara por las laderas de Los Portales toneladas de barro, arena y piedra en dirección hacia la fértil vega de la villa de Arucas. El topónimo de “El Rayo”, conservado en la actualidad en la raya entre nuestro municipio y el de Arucas, recuerda aún hoy en día este temporal de 1766.
Pero esta desgracia de la naturaleza que cayó fulminante sobre la isla a comienzos de ese año trajo para el barrio terorense del Palmar un regalo impensable: en el barranco de la Pila, en un lugar donde no había surgido hasta aquel momento ningún manantial y que era propiedad de Felipe Granado y su hijo Manuel Granado, a una cierta distancia de la fuente que daba nombre al barranco, apareció un naciente que llamaron “del agua nueva” y que rápidamente aprovecharon algunos vecinos del barrio que construyeron “canales de palo y acequias en la tosca” para el reparto de las aguas en el riego de sus terrenos.
El naciente surgido en un caidero a un nivel superior de los remanentes y de la fuente de la Pila que eran propiedad de la Heredad de Pinillo, fue aprovechado desde un primer momento por Felipe Granado, su hijo y otros vecinos del Palmar por considerar que eran unas aguas sobre las que no podía argumentar ningún tipo de derecho los agricultores del Heredamiento de Cardones, algo a lo que éstos se opusieron rápidamente. Junto a los vecinos del Palmar unieron fuerzas doña Ana y doña Jerónima Romero y doña María Luisa Montañés, viuda de don Narciso Laguna, con extensas propiedades e intereses en el Palmar.
Como la Audiencia no estimó el recurso presentado por la Heredad del Pinillo sobre sus derechos en este nuevo manantial, para el barrio y sus vecinos significó con el paso de los años la aparición de la Heredad de la Pila que, pese a pasar por diversas vicisitudes, significó asimismo el que muchos terrenos del Palmar hasta entonces de secano produjeran una mayor cosecha con el consiguiente aumento del bienestar de los habitantes del barrio.
Los campesinos de Teror, como los de prácticamente todas las medianías de la isla, no eran dueños de las aguas de fuentes, manantiales ni barrancos que brotaban o vertían en sus tierras y que desde la conquista eran propiedad de las familias y descendientes de los conquistadores más importantes que en forma de Heredades, mantenían un férreo control de toda el agua que pudiera aprovecharse para el riego de sus haciendas situadas en la costa y dedicadas en su mayoría a los cultivos de exportación. Estas heredades surgieron de las dictó la primera organización del agua y su distribución, ya que pese a la inicial intención de mantener un equilibrio en los repartos de tierra y aguas después de la conquista, éstos se comprobaron muy tempranamente como ineficaces para solventar las evidentes desigualdades originadas con los repartimientos.
Las aguas de la cuenca de Teror pertenecían, por las Ordenanzas del licenciado Francisco Ruiz Melgarejo de 1531, a la Heredad de Tenoya, que, un tanto fraudulentamente, traspasó posteriormente las del Palmar a la Heredad del Pinillo.
Por ello se explica la importancia que la heredad de la Pila, nacida del famoso “Temporal de Reyes” tuvo para sus vecinos, que veían en ella una oportunidad de mejorar el rendimiento de sus cosechas.
1.- A. P. T.: Libro de enterramientos 4, f. 178 v.:” En el lugar de Teror a trece de Enero de 1766 años se hizo oficio de cera entera por la alma de Asensio Yanes marido que fue de Isabel Ramírez, su edad veinte y seis años, el cual falleció ahogado en la charca de la Laguna que está en este lugar por haberla ido a vadear con otro compañero, la cual charca dejó el temporal bastantemente memorable por las grandes ruinas que causó generalmente en toda la Isla, el día seis de Enero de este mismo año, llevándose el puente de la Ciudad, con otros estragos bastantemente considerables, en todos los lugares, y para que conste lo firmé
Lázaro Marrero y Montes de Oca”
Fiesta del Agua en Teror. Año 1954
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