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APUNTE 25/06/2012

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La doctrina del fútbol                                                      Por Victor Valdivielso                                                                     victor_apunte

No es difícil sucumbir a la doctrina de estos nuevos profetas que nos hacen mirar al futuro con algo de optimismo; o quizá, sería mejor decir que gracias a estos mesías espirituales nos olvidamos por un tiempo que ronda los 90 minutos de los problemasdel trabajo, personales o familiares. Ya que parece ser cierto que el gigantesco espectáculo del deporte del balón es una verdadera válvula de escape frente a una realidad económica y social que  asusta, y bastante.

El barbudo de Karl Marx no tenía televisión en casa; y de haberla tenido, se habría pensado muy mucho qué elemento opiáceo sería más narcotizante y con mayor poderadictivo: si la religión o el fútbol.

A tenor de los pingües beneficios que se obtienen de las retransmisiones deportivas, las diferentes cadenas televisivas se disputan los derechos de estas emisiones futbolísticas, ya que son millones los fieles seguidores de esta nueva doctrina;  mientras que los indicadores de audiencia muestran que son sólo las “Carmelitas Descalzas de Botas de Fútbol” y alguna que otra congregación religiosa las que quedan narcotizadas –hasta el punto de alcanzar el más profundo sueño- con la misa televisada de los domingos.

Por tanto, nos encontramos a los televisivos pies de los nuevos profetas. Pies que están valorados en millones de euros, en oposición  de los de sus fieles seguidores se nos hunden más en los terrenos pantanosos del paro y  la incertidumbre de unas cuentas bancarias en números rojos y, en muchos casos, hasta sin números.

Es incontestable que en estos tiempos de crisis, somos muchos los que seguimos atentos a las noticias que generan los nuevos profetas  antes, durante y después de los partidos.

Yo soy un seguidor, soy un adoctrinado y asumo que el fútbol no me pondrá el plato en la mesa. Y a sabiendas de que durante esos noventa minutos estos nuevos profetas se forrarán  con su cuenta bancaria;  en tanto que a mí, los banqueros me forrarán como a una embalsamada momia. 

Aún así, rogaré por ti, Silva, y por ti, Iniesta,  para que en estos días alcancemos ver el camino y luz de tu creencia. Esa luz, en  televisiva pantalla gigante, que compartida con los amigos en la plaza de Sintes de Teror nos haga comulgar con el primer mandamiento de esta doctrina: la ilusión.

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