Elogio de un programa de radio
Por Gonzalo Ortega
Acaso no sea muy ortodoxo hablar de un programa de otra emisora en una radio que compite en el mismo dial que aquella, pero, sin que sirva de precedente, hoy nos vamos a tomar esa licencia con el indulgente beneplácito de Radio Teror.
Desde pequeño he sentido una irresistible fascinación por el mundo que impulsara definitivamente un tal G. Marconi. Ahora, que ya peino canas, las ondas hertzianas siguen teniendo para mí el mismo inquebrantable encanto. No puedo dejar de oír mis emisoras y programas favoritos cuando me acuesto y me levanto cada día, y mis locutores preferidos casi ostentan en mi iconografía particular el mismo rango que mis más encumbrados autores literarios. Ese arrobamiento que opera en mí la radio tiene que ver de seguro con la magia y la instantaneidad que esencialmente se le atribuyen, pero también con esa especie de estímulo de la imaginación que representa, amén de con el hecho, secundario en apariencia, de que oírla no impide realizar al mismo tiempo otras tareas más o menos mecánicas (conducir, cocinar, afeitarse), cosa que no permiten la televisión o la prensa escrita.
Pero, de entre el amplio catálogo de mis admiraciones radiofónicas (pasadas y presentes), destaca el programa de RNE “No es un día cualquiera”, presentado y dirigido magistralmente por la periodista Pepa Fernández. Se emite los sábados y domingos, de 7 a 12 (horario de nuestro archipiélago). Desde hace ocho o diez años lo sigo devotamente e interactúo con sus diversas secciones como un fiel y entusiasta “escuchante”.
Creo que hay dos razones que han hecho que este programa se haya mantenido tanto tiempo en antena: la gran calidad de sus colaboradores y contertulios y la permanente renovación de los contenidos, que, sin embargo, no ha logrado desdibujar su impronta original. Otro de los motivos del éxito de “No es un día cualquiera” es que, con buen criterio, ha orillado, aunque no absolutamente, los asuntos políticos y deportivos, pues durante el resto de la semana hay sobrada saturación de tales temas.
El carácter itinerante del programa, que se planta allí donde lo invitan, y la presencia de público en vivo y en directo (además del público “virtual” que participa a través del teléfono, el correo electrónico o de redes sociales como Twitter o Facebook) le confieren también a “No es un día cualquiera” un sello particular y una vivacidad sin parangón.
Como indicábamos más arriba, una de las claves de la pervivencia, ¡durante trece años!, de este espacio radiofónico está en la calidad de los tertulianos (“Forges”, Rosa María Mateo, Javier Sádaba, los hermanos Toharia, José Antonio Marina, Fernando Vallespín, Daniel Samper…), que acuden a debatir temas generales, muchas veces alejados de la actualidad pero a la vez intemporales. Otro tanto acontece con los colaboradores (José María Íñigo, Paco Álvarez, Leontxo García, Nieves Concostrina, José Miguel Viñas, Juan Carlos Ortega, Joaquín Araújo, José Ramón Pardo, Sergio Sauca, Diego Galán, Jaime Azpilicueta…), plantel que casi es el mismo desde hace años, pero que ha sido capaz de renovar permanentemente su oferta radiofónica particular En esta constelación abigarrada de miniespacios, destaca siempre la concienzuda documentación (particularmente evidente en las entrevistas) de la responsable máxima, que hace pensar que detrás de ella hay un equipo competente asistiéndola.
Uno de los motivos de esta confesada debilidad mía por “No es un día cualquiera” tiene que ver con la atención que reciben en este programa los asuntos del idioma, pasiones profesionales aparte. En efecto, son varias las secciones dedicadas a aspectos más o menos interesantes o curiosos de la lengua. De eso se ocupan en buena medida, entre otras, las partes tituladas “Comunica que algo queda” (Manuel Campo Vidal), “El insultologio” (Pancracio Celdrán), “Nuestro español de América” (Álex Grijelmo), “Las palabras moribundas” (Pilar García Mouton) o “El crucigramàrius” (Màrius Serra). El acertado tratamiento en antena de algo tan vivo como son los aspectos lingüísticos, otorgándoles una dimensión lúdica y participativa, se convierte así en otra de las causas que explican el gancho de este espacio de radio.
El programa, que lleva camino de transformarse en un clásico, puede ser comparado con referencias televisivas de reconocida calidad como “Informe Semanal” o “Documentos TV”. Por eso, como aquellas, ha sido reiteradamente galardonado: recibió el “Premio Ondas 2003” al mejor programa de radio de difusión nacional. También ha sido reconocido con el “Premio Pica d’Estats” al Mejor Trabajo de Radio, concedido por la Diputación y el Patronato de Turismo de Lleida. E igualmente La Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias ha premiado a “No es un día cualquiera” como medio de comunicación impulsor de las mujeres profesionales.
En cuanto a los premios recibidos por su conductora, Pepa Fernández, esta ha sido distinguida con el “Premio Ondas 2008” a la Trayectoria Profesional “por hacer una radio abierta, plural, no excluyente, entretenida, culta y en la que lo tradicional y lo nuevo se abrazan con sorprendente coherencia”. Dicha periodista tiene también en su haber dos “Micrófonos de Plata”, la “Antena de Oro”, el “Premio de Radio de Cambio 16”, el “Premio Periodístico El Cava”, el “Premio de Gastronomía del Diario de Avisos” y el “Premio Emilio Castelar” a la eficacia comunicativa.
Para terminar, hagámosle una sugerencia al Ayuntamiento de Teror: podría representar una inmejorable plataforma de publicidad para nuestro municipio y nuestra isla invitar a este programa de RNE para hacer unas de sus emisiones desde el Auditorio de Teror. Sin ir más lejos, este próximo fin de semana “No es un día cualquiera” se retransmitirá desde el Centro de Convenciones “Expomeloneras” de Maspalomas, en el sur de Gran Canaria. No se lo pierdan, queridos radioyentes.
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