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APUNTE 01/06/2012

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HISTORIAS DE LA VIRGEN DEL PINO, SUS CAMARERAS Y LAS BAJADAS DESDE EL CAMARÍN
Por José Luis Yánez

Dicen los viejos papeles que acabando el siglo XVI era Camarera de Nuestra Señora del Pino doña Isabel Pérez de Villanueva, hija de Juan Pérez de Villanueva, Patrono de la Virgen y uno de los primeros vecinos que tuvo el valle de Terore. A doña Isabel correspondía por este título la custodia de las alhajas de la Imagen

Ya desde mediados de esa centuria se tiene constancia de la costumbre de vestir la Imagen, aunque no con el lujo que después del XVIII se comenzará a realizar adoptando formas de la vestimenta tradicional de las clases acomodadas. En estos tiempos de la primera ermita, Nuestra Señora del Pino se encontraba sobre el altar mayor, entre otra imagen de la Virgen por un lado y la de un Niño Jesús por el otro; y ya desde 1558 hay datos sobre una camisa labrada de seda color verde utilizada como vestimenta de la Imagen.

A fines del XVI, el deterioro de esta primera construcción era tan evidente que el vecindario terorense decidió demolerla y levantar una nueva ermita que se acabó en poco tiempo. A mediados del siglo siguiente, la imagen se colocaba se colocaba en un nicho de cantería dorada en la pared trasera del altar mayor, al cual se le abrió años después una puerta trasera y se comenzaron las obras del camarín al mismo nivel que el resto del templo. Abriendo la puerta trasera del nicho, se trasladaba la Imagen a esta sala para vestirla y colocarla sobre las andas sin ser visto por el pueblo.

En la relación de milagros de la Virgen aparece uno muy curioso en el que tuvo participación otra camarera, doña Ángela del Toro, de quien consta que cambiando la saya de la Virgen sintió húmedas las manos y observó entre las ropas restos de arena blanca, de la que sólo existe en las zonas costeras. Comentó el hecho con otras personas del pueblo, que llegaron a la conclusión de que ello significaba la constancia de un milagro realizado por la Virgen del Pino para librar de naufragio a alguna persona que había solicitado su intercesión con ocasión de peligro en el mar.

Cuando por ruina de esta segunda ermita se procede en 1760 a la construcción del tercer y actual templo, el coronel don Antonio de la Rocha, arquitecto del mismo, ideó y ejecutó una obra más ambiciosa, amplia y lujosa, acorde con el aumento de la veneración y el culto a Nuestra Señora del Pino. Entonces, la imagen se instaló en una hornacina centrada del Retablo Mayor, con acceso a un más amplio camarín, con Sala de Alhajas y Sala de Mantos y donde la tarea de vestirla y prepararla para distintos actos (funciones, fiestas, bajadas a Las Palmas, etc.) se realizaba más fácilmente. Asimismo, la figura y cargo de camarera se había institucionalizado a partir del decreto del obispo Ruiz Simón que en 1707 disponía las personas que podían estar presentes en ese momento, siendo una de ellas la Camarera. En la misma medida durante el XVIII las vestimentas de la Virgen se fueron haciendo más complicadas a la vez que más lujosas y recargadas; lo que nos ha legado una excelente muestra de esta verdadera artesanía textil religiosa: con muestras el tejido en seda, el bordado en oro o plata, y que tan buenos artífices tiene en Teror, desde las monjas del convento del Císter hasta Juan Carrasco o el genial Francisco Herrera, ya tristemente desaparecido.

Con la finalización del templo en 1767 apareció un problema que no existía anteriormente: al instalarse el camarín en el piso alto, la Imagen debía bajarse al nivel del templo por la escalera del mismo con indudable riesgo de daño para la misma. Por ello, a partir de 1786 comenzó a bajarse a través de un hueco que se abría en el piso alto por medio de unas garruchas.

Y así continuó hasta que en 1927, tras la muerte del párroco don Juan González, fue nombrado don Antonio Socorro Lantigua para sustituirle; y a él fue al que, tal como nos dice don José Miguel Alzola, le propuso su tío Agustín Alzola y González-Corvo, veraneante en la villa e interesado por los temas de la Iglesia y el pueblo de Teror, una nueva forma de realizar la operación de bajada sin tanto peligro de daño y de una forma abierta a la asistencia de feligreses. Don Agustín propuso que la anual Bajada de la Imagen para las fiestas de Septiembre se realizara directamente desde el camarín a la iglesia y no por la sacristía, a través de un sistema de raíles en rampa por el que se desplazaría una plataforma sobre la que, lentamente pero con mayor seguridad, descendería la Virgen del Pino. La inauguración de esta nueva fórmula se llevó a cabo en las fiestas de 1928, con la intervención importantísima del carpintero don Manuel Henríquez Yánez y sus empleados, y su éxito significo el que dos actos que hasta entonces se realizaban a puerta cerrada y con riesgo de daño para la Imagen, como eran la Bajada y , años después, la Subida de la misma, se hayan convertido en los años transcurridos en dos eventos principales del calendario festivo del Pino y de asistencia multitudinaria.

Han sido las tres últimas Camareras de la Virgen del Pino, por vía de herencia. Doña Mª del Carmen Bravo de Laguna, su hija doña Ana del Castillo y, en la actualidad, la hija de ésta, doña Mª del Pino Escudero.

Desde la restauración realizada en 1974 y por indicación expresa de los técnicos, la talla permanece por un tiempo prudencial sin las vestiduras y expuesta a las visitas del público para que se produzca una ventilación natural de la madera.

Este año se celebrará  nuevamente la Bajada de la Imagen desde el Camarín con el sistema ideado en 1927; y como ha venido ocurriendo en todas estas décadas, también este año un grupo de personas, ocultas y anónimas, ayudarán con su esfuerzo a que la misma se produzca de una manera segura y vistosa. Desde dentro de la estructura de la Bajada, controlarán la seguridad de la misma, el desplazamiento de los tules que cubren la rampa y todos los pequeños detalles de lucimiento del acto. Los sacerdotes, desde el altar, colaborarán para su correcta ejecución y participarán igualmente en la misma.

Después comienzan las fiestas en su honor: la llegada de miles de canarios que haciendo camino renovarán las ofrendas a la Señora y las más puras esencias de la canariedad; la Romería que creara hace 60 años Néstor Álamo; las canciones y parrandas; y el Día Grande en el guiado por la mano del Patrono volverá a brillar por las calles de la Villa el trono de la Santa Imagen.

Si allá en los albores del XVI ocupara este honorífico cargo Juan Pérez de Villanueva, es don Agustín Manrique de Lara quien en la actualidad lo ostenta.

Camarera de la Virgen, familiares, Patrono, artesanos de los mantos, párroco y sacerdotes, personal del templo, colaboradores,… toda una intendencia de arraigo secular que, año tras año, permanece oculta cumpliendo una labor que une el presente de las fiestas y la devoción a la Patrona de la Diócesis de Canarias con las raíces más profundas de su historia.

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