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APUNTE 04/06/2012

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De Santiago a Fisterra
Por Maribel Naranjo

Me encuentro en el  Hotel Perfeuto María. Hotel Rural construido en 1868, como casa labriega,  y reformado en 2002. En un entorno idílico rodeado de prados, árboles y montañas. El silencio solo lo rompe el sonido del agua del río Tambre-que pasa casi,casi por  debajo de mi ventana- y el mugido de alguna vaca andariega.

Hemos hecho algo menos de 100 km. desde la Plaza de Obradoiro, hasta el Faro de Fisterra, Finisterre, La Costa da Morte. “En la antigüedad, en la cultura de la Grecia clásica, y también en las tradiciones celtas, el Finisterre es el territorio de la muerte o de la tragedia. En este territorio, el sol, Helios, muere a diario en el mar y conduce la barca de la noche a la oscuridad del reino de Hades del cual retorna, posteriormente, para alumbrar de nuevo la vida. El encargado de conducir las almas de los muertos hasta el puerto donde Caronte las aguardaba para atravesar la laguna Estigia, era Hermes, y la barca, con la luz del día, se transformaba en piedra. Caronte cobraba un óbolo por el viaje, moneda que, según los investigadores, las familias hidalgas tenían por costumbre poner sobre el pecho de los difuntos…”  Las leyendas y el mito son un rico patrimonio de este territorio cargado de magia, y en ellas, el culto al sol es recurrente.

Pasamos por hermosos senderos, con gran variedad de plantas, que nos tendían sus brazos para darnos la bienvenida y ayudarnos a  avanzar. Inmensas explanadas cubiertas por un tupido manto verde combinado, en algunas zonas, con manchones marrones y custodiadas por innumerables arbustos, parecidos a la retama, que lucían deslumbrantes flores de un intenso color amarillo.

El primer día nos acompañó, durante casi toda la jornada, un chirimiri que acabó, a cuatro km. de la etapa prevista, convirtiéndose en un aguacero, por lo que estuvimos a punto de abandonar la ruta; pero escampó y, aunque empapados, logramos terminarla.

Los tramos de asfalto fueron más duros, aunque siempre nos recreábamos con el paisaje. Yo prefería los senderos pues sufrían menos los pies y, además, los árboles se daban la mano para proteger, con su sombra, nuestras sudadas espaldas.

Extensos ríos como el Tambre, con cascada incluida, corriendo bajo un bonito puente romano y el Xella, con una anchura impresionante, de aguas cristalinas, suavizaban nuestros pasos.

Los dos últimos días  contemplamos el mar, pues bordeamos la costa. Paisajes refrescantes y, más aún el último día, en el que cinco  amigos caminamos por la orilla de la playa, ya en Fisterra.

El trayecto final, con un calor abrasador, fue bastante duro hasta llegar al Faro, punto final de nuestro peregrinaje. Algunos veteranos decían que al Faro le habían puesto ruedas, pues cuando parecía que estaba al alcance de la mano, la realidad lo alejaba. Sin embargo, al encontrarnos allí, con nuestro objetivo logrado, nos olvidamos del cansancio abrazándonos llenos de alegría.

Luego, a reponer fuerzas comiendo junto al mar y tomando la deliciosa cerveza La Estrella de Galicia que, según dicen, es reparadora de agujetas.

¡ Una experiencia inolvidable!

El grupo lo formamos 17, aunque dos de los integrantes(Pino y Fermín) tuvieron que regresar dos días antes, porque el padre de Pino se puso muy grave; de hecho, murió ese mismo día.

Constituíamos un buen equipo, lo pasamos muy bien. Al atardecer, nos reuníamos en una terraza del hotelito: la hora de la tertulia para comentar las vivencias del camino, contar chistes y anécdotas(algunos lo hacían con mucha gracia) De esta forma recuperábamos fuerzas, nos relajábamos después de hacer, cada día, entre 18 y 21 km.

Durante el camino nos encontrábamos gentes muy amables, especialmente por la aldeas con sobrias construcciones de piedras y angostas calles, quienes, amablemente, nos orientaban si nos veían perdidos.

Y, como siempre, cuando nos cruzábamos con otros peregrinos surgía, espontáneamente, el tradicional saludo del peregrino: BUEN CAMINO. Un saludo siempre alegre y con cierta complicidad.

Que conste que el Día de Canarias brindamos por nuestro pueblo y nuestra gente. Y durante el camino se oyó alguna que otra isa o folía.

Muchas cosas he tenido que dejar en el tintero para no alargar el apunte.

Gracias al amigo Juan Pitti por organizar este viaje y a todo el grupo por hacer posible una convivencia solidaria, familiar y divertida.

Y acabo con el lema del peregrino: BUEN CAMINO a todos, donde quiera que estén, y buen día, escuchantes de radio Teror.

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