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APUNTE 26/04/2012

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Inglaterra en Teror. II
Por Victor Valdivielso

churchillEl estadísta y político británico  Wiston Churchill tenía marcada la isla de Gran Canaria con una significativa equis sobre los mapas y planos que había desplegado en su despacho durante la Segunda Guerra Mundial. Preparaba la “Operación Pilgrim”, una espectacular invasión de las Islas Canarias, con  epicentro en la Caldera de Bandama. Cuatro portaviones; con “Hurricanes” sobre la pista de despegue, acorazados, lanchas de desembarco y cerca de 24.000 hombres se mantuvieron en “stand by” para tomar, en el verano de 1941, la isla por las bahías de la Luz y de Gando…

Años más tarde, Churchill vuelve a marcar a la isla de Gran Canaria como objetivo prioritario. Acompañado por su amigo el magnate naviero, Aristóteles Onassis, logra desembarcar en el Puerto de La Luz y Las Palmas el 22 de febrero de 1959,… esta vez en son de paz. En este viaje de placer, y de nuevo con epicentro en la Caldera de Bandama, el ex-premier británico tuvo que pedirle a su amigo Aristóteles un buchito de su habitual whisky que guardaba en una petaca de la guantera del coche, ya que la visión desde Bandama le supuso algo más que ‘sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor’ al colocarse en el filo del inmenso agujero volcánico…
Al día siguiente, en su periplo por Gran Canaria, Sir Wiston Churchill visita Arucas y Teror, y se muestra admirado por la belleza de los balcones en madera de la Villa Mariana.

Pero no sólo ha habido hombres en estas rutas británicas por nuestro municipio.
Varias féminas victorianas estuvieron descubriendo los rincones y plazas de Teror. De estas aventureras, destacaremos la presencia en esta villa de la pintora y acuarelista Elizabeth Murray y  de la incansable viajera  Olivia Stone.

Fueron muchas las causas que indujeron a viajar a estas trotamundos, pero la más imperiosa estuvo en el creciente deseo de la mujer inglesa del siglo XIX de adquirir independencia, lo que cristalizó años más tarde en los grandes movimientos por la emancipación  femenina y la lucha por el sufragio. La mayoría de ellas no estaba interesada en la política de la época, viajaban no sólo por placer, sino para trabajar, arrastrando con ellas su libro de notas, su pincel o su cámara fotográfica. Estas visitantes, aparte de ser nerviosas por temperamento, se mostraban en ocasiones polémicas y provocadoras. 

Elizabeth Murray  llega a Canarias  en 1850,  en uno de sus libros de  viajes describe lo que sigue sobre Teror: “… A unas cuatro leguas de Las Palmas, existe un hermoso lugar llamado Teror. Gran Parte del camino que conduce hasta él, pasa a través del más encantador y hermoso paisaje de la isla. La villa de Teror está situada a una considerable altura; mucho antes que el viajero llegue a ella, sus blancas casitas  se distinguen sobre la montaña, bajo el radiante sol. Nuevamente aquí, el campo está lleno de heredades  de los más poderosos propietarios. A cierta distancia de Teror, aún a gran altura, hay un agradable valle salpicado de iglesias y casitas. Cuando al principio lo observé, todo estaba oculto bajo una densa nube que lo cubría, pero,  según iba aclarando, se podía ver uno tras otros los jardines y las quintas bajo la luz solar con tal belleza que me era imposible pensar en otra escena similar.

Teror es famoso por una extraña leyenda de un notable pino, en el que se apareció una imagen de la Virgen. La figura fue llevada a la iglesia parroquial, donde todavía se guarda con gran honor, y gran cantidad de joyas. Como no se le pudo poner las sortijas de diamantes en sus manos originales, se confeccionó un par de manos extras. Así las piedras preciosas lucen resplandecientes en unos dedos completamente cubiertos por ellas; mientras sus manos originales, que son muy bellas quedan ocultas bajo sus magníficas  ropas brocadas. Es conocida como la Virgen del Pino, nombre que ha llegado a ser tan popular en la Isla de tal manera que muchas jóvenes llevan este apelativo cristiano…”

También, nuestra segunda exploradora viajera, Olivia M. Stone, llegada unos años más tarde, en 1883 nos rememora en su libro de viaje  el “milagro de La Virgen” de la siguiente manera:
“… Hace mucho tiempo hubo aquí un bosque de pinos y dicen que, una noche, la Virgen apareció bajo un gran pino , que aún puede verse cerca de la iglesia, lugar donde surgió inmediatamente un manantial de aguas curativas. Se erigió una iglesia dedicada a la Virgen del Pino y los creyentes vienen aquí dejando en el santuario los símbolos de las promesas que hacen. Teror es ahora famosa entre los isleños por su iglesia”.

Los escritos de ambas escritoras fueron una perfecta guía propagandística para ese final de siglo XIX, verdadero acicate para la incipiente industria turística que estaba promocionando al Archipiélago a la hora de elegir un destino con hermosos paisajes y un incomparable clima.

Todos ellos han significado la simiente del turismo en Canarias y Teror. Ellos admiraron y disfrutaron de nuestros paisajes y clima de igual manera que lo hacen diariamente los cientos de turistas de todas las nacionalidades que se acercan a nuestro pueblo ávidos de historia y belleza en un entorno natural como el nuestro. Atractivos que debemos cuidar entre todos nosotros para que Teror, cada vez más, siga siendo parada obligada entre las gentes de todo
el mundo que marcan la isla de Gran Canaria con una significativa equis en sus mapas turísticos.

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