El grupo de gobierno del Ayuntamiento de Teror ha propuesto a la Comisión de Honores y Distinciones el reconocimiento público póstumo de seis empresarios del municipio que fomentaron en la segunda mitad del siglo XX la actividad comercial y empresarial en Teror, generando dentro y fuera del municipio empresas que continúan en la actualidad, empleando a un gran número de trabajadores. Isidro González Gil, fundador de Galletas Bandama, de la Fábrica de Donuts e impulsor de Productos Trabel; Emiliano Arencibia Rivero, fundador de EMICELA; Benjamín Rodríguez Santana, fundador de Maderas El Pino; Salvador Cárdenes Falcón, gerente de Eidetesa y fundador de la empresa Pasteror; Carlos Acosta Lantigua, fundador de Gofio La Piña, y José Manuel Nuez González, fundador de la fábrica de “Chorizos de Teror”, recibirán un homenaje público póstumo en el marco de la Fiesta del Pino, que será entregado a sus familiares en el acto de lectura del pregón, el 31 de agosto próximo.
El alcalde de Teror, Juan de Dios Ramos Quintana, justifica este reconocimiento como “un gesto de agradecimiento a la labor que realizaron estas personas en momentos difíciles, emprendiendo proyectos novedosos de fututo que se mantienen en nuestros días, facilitando aún muchos puestos de trabajo. Gracias a su empeño y esfuerzo, Teror se convirtió en un referente empresarial que ha repercutido de manera favorable en beneficio de Teror y de sus ciudadanos”.
Isidro González Gil, (1929-2001)
fundador de Galletas Bandama, de la Fábrica de Donuts e impulsor de Productos Trabel
Con tan solo once años comenzó a trabajar para ayudar a su familia desempeñando distintas funciones. En su trayectoria personal y profesional fue fundamental su traslado al Puerto de la Luz tras contraer matrimonio con Dña. Emilia. Allí, mientras vendía puros conoció a un fabricante de galletas que tenía en venta su fábrica y decidió iniciarse en esta labor. Fue así como empezó a fabricar y vender galletas bajo el nombre Las Cibeles.
La fábrica comienza a crecer y se instala en Tamaraceite pasando a llamarse Galletas Bandama. En el año 1962 ante el crecimiento de la venta y popularidad de las galletas Bandama, que cada vez eran más conocidas, Don Angel Molina contactó con él colaborando con el capital necesario para trasladarse a Cardones. Así en el año 1964 funcionaban ya las instalaciones más modernas de la época para una fábrica de Galletas. Tenía en ese momento 35 años y viajaba incansablemente buscando novedades para su negocio.
En uno de estos viajes conoció en una Feria en Barcelona al Sr. Costafreda, quien le ofreció la licencia para realizar la masa de los Donuts que ya hacían furor en Inglaterra y Estados Unidos y viaja a Londres para visitar la fábrica. Finalmente se trajo la concesión y licencia del negocio para Canarias y traslada a sus socios en Bandama su nuevo proyecto quienes rechazaron la propuesta. Ante esta negativa, se plantea montar un negocio nuevo y traslada su entusiasmo a sus conocidos, familiares y amigos de Teror y con su ayuda fundó la sociedad “Eidetesa”, Explotaciones Industriales de Teror S,A. en el barrio de Buenavista. De esta manera compatibilizó la dirección de Galletas Bandama con la puesta en marcha y organización de Eidetesa en Teror.
Cuando esta última estaba en pleno rendimiento y ya dando sus frutos decidió, por cuestiones personales, no continuar con la dirección. En el año 1974 empieza solo una nueva andadura (vendió sus acciones en Bandama y el Donuts) y se arriesgó nuevamente, tras ver el anuncio en el periódico de una fábrica en venta, “Productos Trabel”. No sólo compró esta última sino que, dada su innata condición de emprendedor, fundó una serie de empresas para la distribución de los productos que fabricaba en Trabel, así como de otras firmas nacionales y extranjeras que representaba para Canarias.
Su visión de distribuir en todas las islas y tener delegación propia en las más importantes (Tenerife y Lanzarote) le condujo a vivir y conocer mejor las islas y comprobar lo duro que es abrir mercados aunque estén cercanos. Algunas de estas empresas llevan su nombre y (siguen teniendo continuidad en el mercado canario) continúan en la familia hoy en manos de sus hijos, que emplean a más de 100 trabajadores. A esta vida empresarial unida al pueblo de Teror, hay que añadir su participación activa en la vida social y cultural del municipio siendo el promotor del proyecto del nuevo Casino.
Emiliano Arencibia Rivero (1934-2007)
fundador de EMICELA
Siendo aún un niño empezó a trabajar para ayudar en la economía familiar. La Fuente Agria fue su primer trabajo remunerado como repartidor sustituyéndolo años más tarde por el de pastor de cabras en Tifaracán. Motivado por ese afán de superación, se traslada a Las Palmas y empieza su actividad empresarial, con un puesto de ultramarinos en el mercado central, combinándolo con la labor de “Cambullonero”.
En 1.962 compra un tostadero de café en Schamann y crea la marca EMICELA que se trasladará 1975 a Los Tarahales, unas instalaciones más grandes y modernas adaptadas a su espíritu emprendedor. Paralelamente a esta labor, mantiene en el mismo lugar una industria de freiduría y una granja con 40.000 gallinas y 4.000 cerdos.
En el transcurso de todo este tiempo, no paraba de viajar por Europa, América y Asia intentando encontrar el mejor producto para su empresa. Para satisfacer las exigencias y demandas del mercado, la visión empresarial de Emiliano le llevó a la adquisición de unos terrenos situados en la Zona Industrial de Arinaga, donde actualmente está establecida la central de producción y logística, consagrando su idea de convertir la compañía en Multinacional, con presencia actual en Europa, América y África, generando empleo para más de 250 familias Canarias.
Benjamín Rodríguez Santana (1921-2012)
fundador de Maderas El Pino
Benjamín Rodríguez Santana inicio su trayectoria empresarial en Fernando Po Guinea Ecuatorial, la antigua Colonia Española a la que viajó tras la Guerra Civil a salvaguardar los intereses empresariales de parte de su familia ya asentada allí. Junto con su hermano Abraham fundan en la antigua colonia española la Factoría El Pino, un despacho de abastecimiento en el que ofrecía desde productos alimentarios a material de construcción, desde telas a artículos de ferretería. Posteriormente se casó con doña Pino Henríquez Navarro y fue precursor con su hermano Abraham de los posteriores almacenes que se implantarían en Las Palmas. Aún con Factoría El Pino a pleno rendimiento, Benjamín Rodríguez Santana junto con su socio Francisco Bravo De Laguna De León adquirieren la sociedad madrileña Comercial Ferretera en 1968. Nace así Ferretería Guanarteme. Bajo el nombre comercial Abraham Rodríguez, su tercera empresa pasa a denominarse en 1975 Maderas El Pino, que se establece en la década de los 60 en Teror, Miller Bajo, Melenara, Gáldar, Morrojable y Puerto Del Rosario, puntos que acogen la expansión del negocio ya representado por sus hijos Rodríguez Henríquez, y que nunca amilanaron frente a la competencia ni aun cuando aparecieron las grandes superficies. Su legado es de un centenar de trabajadores hasta el día de hoy, en su mayoría vecinos de Teror, una máxima que lleva a rajatabla la familia. La biografía de Benjamín Rodríguez Santana es la del impulso de un hombre con visión de futuro que da justa fama a un Teror con una fuerte tradición comercial, y sobre todo del coraje de emprender una aventura empresarial en unos tiempos aún más difíciles que los nuestros.
> Leer artículo de Sebastián Sarmiento: «Se nos fue un emprendedor» (15 febrero 2012)
Salvador Cárdenes Falcón (1922-2009)
Gerente de Eidetesa y fundador de la empresa Pasteror
Siendo muy joven comienza a trabajar en un reparto de leche que le hace recorrer, utilizando como medio de transporte un burro, muchos senderos de la isla. Realiza el servicio militar en la base Aérea de Gando como chófer de un mando militar quien, tras haber terminado, le ofrece continuar sus servicios. Tras esta etapa compra un Bar en el Mercado de Vegueta que regenta él mismo. En 1951, debido a la crisis económica que vive el país, decide emigrar a Venezuela asumiendo distintas ocupaciones y donde instaura, junto con sus dos hermanos, su propia panadería.
Posteriormente, abre un comercio de víveres que mantiene hasta su partida a Canarias. Una vez en las islas adquiere dos guaguas y entra a formar parte de la patronal de las mismas. En 1968 le ofrecen la dirección de Eidetesa (Donuts) donde desempeña y desarrolla su labor como director gerente hasta su jubilación. Su vocación emprendedora continúa a pesar de su jubilación y crea la empresa Pasteror en la que permanece hasta su fallecimiento en el año 2009.
Carlos Acosta Lantigua,
fundador de Gofio La Piña
Carlos Acosta Lantigua, nació en el Barrio del Palmar en una familia vinculada a la agricultura y a la venta de leche, y falleció en 1999. Desde los cinco años, simultaneaba la ayuda en los quehaceres diarios de la casa con el estudio de sus primeras letras. Su afán emprendedor le llevó a no abandonar nunca su formación académica y profesional. En Madrid aprueba unas oposiciones de Oficial de Sindicato y comienza a organizar Sindicatos Verticales y se establece nuevamente en la Villa de Teror, como Secretario General Sindical Corresponsal de Previsión Social. En un viaje a Barcelona para realizar unos cursillos y optar a una plaza de Secretario de Hermandades Sindicales observa como La Hermandad Sindical despachaba el millo a los molineros de Teror y de allí surgió la idea de construir un Molino en Miraflor dando empleo a ocho personas de Teror.
Posteriormente obtuvo mediante subasta la explotación de Aguas de Teror por un periodo de 15 años y después de varias inversiones y de mucho esfuerzo, logró estabilizar la entidad dando trabajo a una cantidad cercana de 25 personas. Su afán de superación también llegó al sector de la construcción y la hostelería, tuvo varios edificios en propiedad y algún aparcamiento, así como un establecimiento hostelero con 6 trabajadores. Entabló relaciones mercantiles con Don Isidro González Gil, adquiriendo acciones de la entidad mercantil EIDETESA, llegando a ser el Presidente de la misma. Antes de fallecer adquirió gran parte de un complejo hotelero en el sur de Gran Canaria.
José Manuel Nuez González, (1907-1999)
fundador de la fábrica de “Chorizos de Teror”
José Manuel Nuez González, hijo de José Manuel Nuez Nuez y de Francisca González Ortega, nació en Teror el 18 de febrero de 1907. Después del servicio militar en la zona de África se casó con Ángela Domínguez Rodríguez. Tuvieron diez hijos, veinte nietos y doce biznietos. Desde muy joven, con su padre y su tíos, fue un trabajador del campo y de la industria cárnica que había iniciado su padre al modo de la época. A lomos de su caballo «Lucero» recorre los rincones de la Isla de fiesta en fiesta visitando las ferias para comprar el ganado necesario para la venta en las carnicerías y que previamente engordaba en la finca junto al «estanque de los patos» en Los Sequeros,en la actualidad zona deportiva.
Trabajó con varios de sus hermanos en una empresa que constaba de varias carnicerías en el casco del pueblo, junto al Muro Nuevo, en el centro de la actual calle Real y otra en la actual calle La Cal junto a una tienda de comestibles, semillas y otros, y de camiones de transporte. También gestionaron el matadero municipal que entonces estaba en la llamada «Calle nueva» junto a la escalinata de la Cruz de los Caídos y posteriormente en el barrio de Guanchía. En los años cuarenta y cincuenta, años de penuria y de emigración, hacen prosperar sus negocios con esfuerzo y entrega al trabajo. Ya en la mitad de los años cincuenta José Manuel Nuez se convierte en el fundador-promotor de los archiconocidos «Chorizos de Teror» y de morcillas dulces que tanto han contribuido a expandir y enaltecer el nombre de la Villa. Comenzó en la carnicería de la calle La Cal y a partir de final de los sesenta en la actual fábrica de Chorizos «Los Nueces» regentada en la actualidad por uno de sus hijos y por tres de sus nietos.
Como empresario José Manuel Nuez actuó con gran intuición aportando su esfuerzo y entrega a un trabajo diario que ha dado buenos frutos. Amigo de otros empresarios supo echar una mano a los que necesitaron de su apoyo y su ayuda destacando su colaboración en la Hermandad de Labradores y Ganaderos de Teror. Falleció en Teror a la edad de 92 años el día 13 de noviembre de 1999.
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